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14 nov 2008

MINUTO DOMINICAL


MINUTO DOMINICAL:
“¡5, 2, 1,.. Talentos: invertir la vida en un proyecto¡”
16 de Noviembre de 2008
Domingo 33 del Año litúrgico: Evangelio de San Mateo 25, 14-30
A las puertas de la conclusión del Año Litúrgico leemos en su totalidad, en este ciclo A, el capítulo XXV que junto con su anterior se presentan como Sermón sobre el Fin de los Tiempos, o Discurso Escatológico. El contexto del relato, aunque hace uso de las monedas, de los valores económicos, de las inversiones y su productividad, en tiempos de crisis económica virtual y real que hoy día vivimos, nos lleva al significado de la inversión de la vida como proyecto; al rendimiento de cuentas como servidores buenos y discípulos fieles; a la priorización de objetivos y metas de vida; a talentos, también entendidos como valores, aptitudes y actitudes y su uso o productividad, no económica o monetaria, sino como valores y moneda del Reino.

Un Talento de Oro de los tiempos de Jesús tenía un valor de 6.000 a 9.000 Denarios, siendo el denario el salario de una jornada de trabajo (Mt 20, 2.9-10.13). Recibir 5 Talentos equivalía a casi 100 años de paga del trabajo de un obrero. Tener esta cantidad en su mano sería tener su responsabilidad laboral resuelta de por vida. Este pago es la valoración y el significado de la vida de ese servidor, discípulo, trabajador del Reino, que ha recibido unos talentos, unas capacidades que, si no las entierra y olvida, será declarado siervo bueno y fiel. El reino de los Cielos es como un hombre, el dador de los talentos, quien confía sus bienes y se marcha. Con los talentos en sus manos comienza la historia para los servidores, los discípulos. Es su tiempo, su momento, su historia. Están en su tierra, en la tierra; son los protagonistas de la aventura de su proyecto, de su producción, de su vida. Dos de ellos fueron a negociar con ellos, el tercero lo enterró en la tierra; enterró su vida, su proyecto, sus posibilidades. Pareciera un evangelio demasiado capitalista y centrado en la producción, con una exagerada felicitación de Cristo a quien produce, a quien es eficiente, a quien da de sí y rinde, a quien además, se le entrega lo expropiado del enterrador de capitales que lo pierde todo, se queda en la ruina y aparecerá en el DICOM.
Pero la perspectiva de lectura es el Reino de Dios que se parece a una boda (25, 1-13) a la que podrán entrar los despiertos; a un hombre que encarga a los servidores que el cuiden el dinero (lectura de hoy día); a un rey y señor que felicita o reprueba la administración que cada uno ha hecho de su vida en su sensibilidad con los pobres que rodean (Mt 25, 31-45). Y aquí estamos, administrando nuestros talentos, lo que somos, lo que hemos recibido; y el Señor del Reino, verificando si hemos dejado huella positiva en la historia con los talentos recibidos, en la administración de lo que somos o hemos causado dolor; mirando si no nos hemos cegado, si los hemos enterrado o nos hemos negado a vivir y a ponerlos a producir para nosotros, para la sociedad y la comunidad, también los talentos del “dinero”, de lo material, de las posesiones, que se entierran y corroen en la injusticia y el acaparamiento avaro y egoísta, o dan alegría compartida. ¿Qué huella dejará mi vida en quienes me rodean, en mi ambiente, en la historia? Saludos.

P. Esteban Merino Gómez, sdb.