
“Partida y presencia”
24 de Mayo de 2009. Domingo de la Ascensión del Señor - Ciclo Anual “B”
Evangelio de San Marcos 16, 15-20
Es sorprendente el camino de los discípulos. Unos pobres pescadores encuentran un Maestro muy especial y van abandonando sus tareas y compromisos habituales para convertirse en discípulos itinerantes llegando a ser este Rabbí el referente dominante y exclusivo en sus vidas. Transcurren unos tres años. La sorpresa es aún mayor. El Maestro es detenido y juzgado por razones religiosas, y en última instancia condenado a muerte por los romanos por acusaciones políticas de subversión del orden establecido.
Esta experiencia de despedida debió ser semejante a nuestros duelos o despedidas de los seres amados. No terminamos de creerlo. No los despedimos nunca del todo. Para nosotros nunca mueren los papás, aunque ya se hayan ido. Y, ‘un hijo nunca muere’. Nuestros amigos viven para siempre aunque estén lejos, o hayan fallecido. Nunca nos despedimos de ellos y siguen viviendo en nuestra memoria.
Dramática es la despedida ante su muerte. Los discípulos viven dos veces esta ruptura y despedida de Jesús. Desde el momento en que es detenido comienza la primera y más dura despedida, cruel, temerosa e incomprensible. Juntos durante varios años y a la hora de la Cruz solamente Juan está cerca. Para los demás es demasiado afrentosa, o temen por sus vidas para volver a acercarse a la memoria del Maestro. Será el amor y fidelidad de las mujeres la que abra la nueva puerta de la esperanza con su visita al sepulcro. Pongámonos en su lugar. Pusimos la confianza en Él y terminamos perseguidos como sospechosos de subversión religiosa y civil. Ser discípulo suyo es sospecho. “¿No eres tu uno de los discípulos de ese hombre” (Jn 18, 17). Todos huyen. Frustrante: “Nosotros teníamos la esperanza de que Él sería el que había de liberar a la nación de Israel”, con rasgos de fracaso personal y político.
Si nos dicen que un conocido a quien hemos acompañado en su funeral al cementerio está vivo, nuestro desdén y desprecio hacia esa opinión o broma será evidente, pues hemos sido testigos de lo acontecido y esa posibilidad no está en la condición humanan mortal. La gran ruptura por su partida está aún reciente. Necesitan madurar y abrir su mente para dar una nueva posibilidad a lo que están escuchando: “No está aquí ha resucitado” (Mt 28, 6) “Buscan a Jesús el crucificado. Ha resucitado” (Mc 16, 6) “De veras ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Pedro (Lc 24, 34) “Lo reconocimos al partir el pan” (Lc 24, 35) “María Magdalena fue y contó a los discípulo que había visto al Señor” (Jn 20, 18) “Después de su Pasión, Jesús se manifestó a ellos dándoles numerosa pruebas de que estaba vivo” (Hech 1, 3)(Primera Lectura de este Domingo). Y Pablo, sin ser testigo directo, confiesa con la comunidad: “Lo resucitó de entre los muertos y lo hizo sentar a su derecha en el cielo” (Ef 1, 20). Pero no lo creen de inmediato; necesitan convencerse: “Hemos visto al Señor… … Tomás contestó: si no veo en sus manos las heridas… no lo podré creer” (Jn 20, 25). Despedirlo cuesta. Aceptar que esté vivo es aún más difícil.
La Segunda Despedida es diferente. Ya lo han visto. Ya están convencidos. Propiamente ya no es despedida. Ahora sienten y viven lo que antes habían escuchado: “El Espíritu de la verdad los guiará en todo “ (Jn 16, 13) “Su tristeza se convertirá en alegría” (Jn 16, 20) “ Ahora el mandato de Jesús es gozo y compromiso eficaz: Vayan por todo el mundo y anuncien (kerigma) la Buena Nueva (euangelion) a toda la creación. El encuentro en la fe hará posible experimentar el miso gozo a todos los discípulos en la historia. Ellos fueron a predicar (kerigma) por todas partes y el Señor los asistía y confirmaba su palabra con los milagros que la confirmaban. Hagan Evangelio, hagan Buena Nueva, propongan la sorpresa y novedad del kerigma, que es palabra y vida. Los signos serán superar el mal con la fuerza de Cristo. Renovar el lenguaje en culturas nuevas. Vencer el mal. Ser antídoto para venenos y serpientes. Sanar como lo hacía el maestro y en su nombre. “Oro y plata no tengo, pero lo que tengo te doy: en el nombre de Jesús de Nazareth levántate y anda” (Hech 3, 5).
El Envío de la Misión Continental en Chile, en la que estamos embarcados, desde y por el envío de Cristo, es a “recomenzar desde Cristo” para hacer presentes, de nuevo, las acciones distintivas que acompaña a los discípulos: vencer el mal; hablar la nueva lengua de nuestro tiempo; sanar los males; dar el antídoto de la esperanza del resucitado contra venenos y serpientes. No partió sigue presente. Ud, y yo somos los sembradores de su presencia en la historia. Saludos.
P. Esteban Merino Gómez, sdb.
24 de Mayo de 2009. Domingo de la Ascensión del Señor - Ciclo Anual “B”
Evangelio de San Marcos 16, 15-20
Es sorprendente el camino de los discípulos. Unos pobres pescadores encuentran un Maestro muy especial y van abandonando sus tareas y compromisos habituales para convertirse en discípulos itinerantes llegando a ser este Rabbí el referente dominante y exclusivo en sus vidas. Transcurren unos tres años. La sorpresa es aún mayor. El Maestro es detenido y juzgado por razones religiosas, y en última instancia condenado a muerte por los romanos por acusaciones políticas de subversión del orden establecido.
Esta experiencia de despedida debió ser semejante a nuestros duelos o despedidas de los seres amados. No terminamos de creerlo. No los despedimos nunca del todo. Para nosotros nunca mueren los papás, aunque ya se hayan ido. Y, ‘un hijo nunca muere’. Nuestros amigos viven para siempre aunque estén lejos, o hayan fallecido. Nunca nos despedimos de ellos y siguen viviendo en nuestra memoria.
Dramática es la despedida ante su muerte. Los discípulos viven dos veces esta ruptura y despedida de Jesús. Desde el momento en que es detenido comienza la primera y más dura despedida, cruel, temerosa e incomprensible. Juntos durante varios años y a la hora de la Cruz solamente Juan está cerca. Para los demás es demasiado afrentosa, o temen por sus vidas para volver a acercarse a la memoria del Maestro. Será el amor y fidelidad de las mujeres la que abra la nueva puerta de la esperanza con su visita al sepulcro. Pongámonos en su lugar. Pusimos la confianza en Él y terminamos perseguidos como sospechosos de subversión religiosa y civil. Ser discípulo suyo es sospecho. “¿No eres tu uno de los discípulos de ese hombre” (Jn 18, 17). Todos huyen. Frustrante: “Nosotros teníamos la esperanza de que Él sería el que había de liberar a la nación de Israel”, con rasgos de fracaso personal y político.
Si nos dicen que un conocido a quien hemos acompañado en su funeral al cementerio está vivo, nuestro desdén y desprecio hacia esa opinión o broma será evidente, pues hemos sido testigos de lo acontecido y esa posibilidad no está en la condición humanan mortal. La gran ruptura por su partida está aún reciente. Necesitan madurar y abrir su mente para dar una nueva posibilidad a lo que están escuchando: “No está aquí ha resucitado” (Mt 28, 6) “Buscan a Jesús el crucificado. Ha resucitado” (Mc 16, 6) “De veras ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Pedro (Lc 24, 34) “Lo reconocimos al partir el pan” (Lc 24, 35) “María Magdalena fue y contó a los discípulo que había visto al Señor” (Jn 20, 18) “Después de su Pasión, Jesús se manifestó a ellos dándoles numerosa pruebas de que estaba vivo” (Hech 1, 3)(Primera Lectura de este Domingo). Y Pablo, sin ser testigo directo, confiesa con la comunidad: “Lo resucitó de entre los muertos y lo hizo sentar a su derecha en el cielo” (Ef 1, 20). Pero no lo creen de inmediato; necesitan convencerse: “Hemos visto al Señor… … Tomás contestó: si no veo en sus manos las heridas… no lo podré creer” (Jn 20, 25). Despedirlo cuesta. Aceptar que esté vivo es aún más difícil.
La Segunda Despedida es diferente. Ya lo han visto. Ya están convencidos. Propiamente ya no es despedida. Ahora sienten y viven lo que antes habían escuchado: “El Espíritu de la verdad los guiará en todo “ (Jn 16, 13) “Su tristeza se convertirá en alegría” (Jn 16, 20) “ Ahora el mandato de Jesús es gozo y compromiso eficaz: Vayan por todo el mundo y anuncien (kerigma) la Buena Nueva (euangelion) a toda la creación. El encuentro en la fe hará posible experimentar el miso gozo a todos los discípulos en la historia. Ellos fueron a predicar (kerigma) por todas partes y el Señor los asistía y confirmaba su palabra con los milagros que la confirmaban. Hagan Evangelio, hagan Buena Nueva, propongan la sorpresa y novedad del kerigma, que es palabra y vida. Los signos serán superar el mal con la fuerza de Cristo. Renovar el lenguaje en culturas nuevas. Vencer el mal. Ser antídoto para venenos y serpientes. Sanar como lo hacía el maestro y en su nombre. “Oro y plata no tengo, pero lo que tengo te doy: en el nombre de Jesús de Nazareth levántate y anda” (Hech 3, 5).
El Envío de la Misión Continental en Chile, en la que estamos embarcados, desde y por el envío de Cristo, es a “recomenzar desde Cristo” para hacer presentes, de nuevo, las acciones distintivas que acompaña a los discípulos: vencer el mal; hablar la nueva lengua de nuestro tiempo; sanar los males; dar el antídoto de la esperanza del resucitado contra venenos y serpientes. No partió sigue presente. Ud, y yo somos los sembradores de su presencia en la historia. Saludos.
P. Esteban Merino Gómez, sdb.