
09 de Agosto de 2009. Domingo 19º del Tiempo Ordinario - Ciclo Anual “B”
Evangelio de San Jun 6, 41-51
¿Quién te crees que eres?. La frase sonó dura, como un rotundo rechazo. ¿Quién te crees que eres?. Yo te conozco. Conozco tu vida, tu historia, tus raíces. ¡Sé de donde vienes¡. No pretendas ser más, aparentar ser más, saber más, tener la razón, ser un innovador. ¡Conozco tu historial¡. No te inventes títulos, saberes, experticias, dignidades o habilidades que no tienes. Eres quien eres. No te des aires de ‘profeta’. Todos que conocemos y conocemos tus raíces, tu historia personal y antecedes. Las palabras se escucharon, no sé si fue en la oficina de una empresa, en un encuentro de una comunidad cristiana o en una discusión familiar. Los oyentes, que habían permanecido callados y expectantes, fueron tomando posición poco a poco y el murmullo fue creciendo como ola que lo inunda todo. ¡Quién se cree que es¡. ¡No es un simple….¡ ¡Cuántos años lo conocemos¡ “¿Acaso este no es Jesús, el hijo de José. Nosotros conocemos a su padre y a su madre. ¿Cómo puede decir ahora: - ‘Yo he bajado del cielo’?-.
Lo que está en juego es su liderazgo. Su origen es la carta de presentación. Su mensaje debe ser ratificado y sostenido como verdadero mensajero, representante, voz o palabra de Dios, que parece estar arrogándose sin poseerlo en verdad. Murmuraban porque había dicho: “Yo soy el pan bajado del cielo”. Para todos está claro que quien ha bajado del Cielo o es Dios, o es un representante o mensajero suyo. Se está apropiando una condición, dignidad o señorío que no le es propio. Todos reaccionan: ¿Quién te crees que eres?. La pregunta es un rechazo específico. Pretender ser ‘el pan de vida’, es aplicarse a sí mismo este don o cualidad de quien guíe o alimente al pueblo como Dios lo ha hecho en el desierto con Israel en el camino del Éxodo.
Y encima se insinúa como el guía o pastor del pueblo que atrae a quienes el Padre, su Padre, le encomienda. “No murmuren entre ustedes, nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me envió”. Y su identificación total con el Padre lo ratifica como el maestro o instructor de los discípulos en nombre de Dios. Y ellos continúan en su cerrazón: ¿Quién te crees que eres?. No hay espacio para reconsiderar la posibilidad de Dios cercano, hecho Hombre, maestro que los “instruya”, que conduzca a quines han oído la ‘enseñanza’ y los conduzca y pastoree hacia el Padre.
La Comunidad de Juan debió discutir, en sus crisis y tensiones, en medio de dificultades, martirios y choques, en discusiones entre judíos y griegos, este cuestionamiento sobre Jesús, y si era a Él a quien debían seguir. Los judíos buscaban a Dios; su salvación; su Reino. Los griegos la verdad y la sabiduría. Y ¿debemos seguir a este Jesús que se dice: Pan bajado del Cielo?. Las reacciones de la Comunidad de Juan debían coincidir con la experiencia de Jesús. Oírle decir: “Yo he bajado del Cielo”. “Yo lo resucitaré en el último día”. “Yo soy el pan de Vida” “Yo soy el pan bajado del Cielo” “Yo daré mi carne para la vida del mundo”. Al escuchar esto debieron de responderle como a San Pablo en Atenas: ¡mañana te escucharemos hablar sobre eso¡
¿Quién te crees que eres?. ¿Qué puede darme a mí, hombre del siglo XXI, Cristo? ¿Qué me puede ofrecerme la Iglesia? ¿Qué pueden ofrecerme, darme a mí los creyentes? ¿Quienes se creen que son? ¿Qué oferta pretenden tener que sea significativa? ¿Qué se creen? ¿Que puede darme a mí?. ¿Qué puede ofrecerme ese papa, un obispo o ese sacerdote de tan mala fama? ¿Qué puede ofrecerme esa comunidad anticuada, obsoleta, miedosa, refugiada en su templo y sin relevancia cultural ni social?. Jesús escuchaba las críticas y murmuraciones, y volvió a repetir: “Yo soy el pan de Vida”. Y siguió caminando. Saludos.
P. Esteban Merino Gómez, sdb.
La Comunidad de Juan debió discutir, en sus crisis y tensiones, en medio de dificultades, martirios y choques, en discusiones entre judíos y griegos, este cuestionamiento sobre Jesús, y si era a Él a quien debían seguir. Los judíos buscaban a Dios; su salvación; su Reino. Los griegos la verdad y la sabiduría. Y ¿debemos seguir a este Jesús que se dice: Pan bajado del Cielo?. Las reacciones de la Comunidad de Juan debían coincidir con la experiencia de Jesús. Oírle decir: “Yo he bajado del Cielo”. “Yo lo resucitaré en el último día”. “Yo soy el pan de Vida” “Yo soy el pan bajado del Cielo” “Yo daré mi carne para la vida del mundo”. Al escuchar esto debieron de responderle como a San Pablo en Atenas: ¡mañana te escucharemos hablar sobre eso¡
¿Quién te crees que eres?. ¿Qué puede darme a mí, hombre del siglo XXI, Cristo? ¿Qué me puede ofrecerme la Iglesia? ¿Qué pueden ofrecerme, darme a mí los creyentes? ¿Quienes se creen que son? ¿Qué oferta pretenden tener que sea significativa? ¿Qué se creen? ¿Que puede darme a mí?. ¿Qué puede ofrecerme ese papa, un obispo o ese sacerdote de tan mala fama? ¿Qué puede ofrecerme esa comunidad anticuada, obsoleta, miedosa, refugiada en su templo y sin relevancia cultural ni social?. Jesús escuchaba las críticas y murmuraciones, y volvió a repetir: “Yo soy el pan de Vida”. Y siguió caminando. Saludos.
P. Esteban Merino Gómez, sdb.