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5 sept 2009

MINUTO DOMINICAL


“Abrir los oídos… …soltar la palabra y hablar”
06 de Agosto de 2009. Domingo 23º del Tiempo Ordinario - Ciclo Anual “B”
Evangelio de San Marcos 7, 31-37

Nos reunimos más de cuarenta hermanos adultos que están en el camino del Catecumenado. Varios de ellos realizan la Iniciación Cristiana Completa. En la Eucaristía de la Comunidad Parroquial iniciamos examinándolos y preguntándoles: ¿Qué buscan, qué piden?. La Fe, responden. Iniciar un camino de nueva vida. Están acompañados por sus padrinos o fiadores y a las palabras del sacerdote, el signo de la cruz que hacen los padrinos sobre sus ahijados, describe el camino que se les invita a recorrer. Recibe el signo la cruz en la frente. Reciban el signo de la Cruz en los oídos: para que oigas la voz del Señor. Reciban el signo de la Cruz en tus ojos: para que veas la luz de Dios. Reciban el signo de la cruz en tu boca: para respondas a la palabra de Dios. Reciban el signo de la Cruz en tu pecho. Recibe el signo de la Cruz en tu hombro: para que tomes sobre si el yugo suave de Cristo. ¡Abre tus sentidos¡ ¡Ábrete¡ “Efatá” . ¡Abran sus oídos¡ ¡Escuchan¡. Abran su boca¡ ¡Hablen¡

Jesús visita a ciudadanos del mundo no judío como los habitantes de Tiro, Sidón, de las diez ciudades o Decápolis. Cuando San Marcos escribe su Evangelio está en otra ciudad lejana del judaísmo y su comunidad está viviendo una crisis de fe: en Roma. Son como el ciego, el sordo o el mudo. No ven, o escuchan, no responden al Señor. En los Años 70 la situación de la comunidad no era fácil. Había mucho dolor, eran muchas las cruces. Años antes, en el 64, el emperador Nerón había decretado la primera persecución, matando a muchos cristianos. En el 70, Jerusalén, estaba por ser destruida por los romanos. En otros países, se estaba iniciando una fuerte tensión entre judíos convertidos y judíos no convertidos. Jesús al ver su situación y que le piden que impusiera las manos, lo separó de la multitud, lo llamó aparte, y puso su mano en su oído y tocó su lengua y dijo: ¡Efatá¡ ¡Ábrete¡. Y enseguida se abrieron sus oídos y se le soltó la lengua y comenzó a hablar. Este signo de la presencia del Reino que es sanción, escucha y palabra, lo relata Marcos haciendo referencia a Isaías. Dios está presente y actúa. “Los ciegos ven, los sordos oyen, el tullido saltará como un ciervo”. Dios está aquí.

¡Abrió mis oídos y soltó mi lengua¡. Yo tenía días o meses y ni siquiera me di cuenta. Dichosos los adultos de nuestros tiempo que viven conscientes este signo y escuchan las palabras de Cristo para ellos: ¡Abre tus oídos¡ ¡Suelta tu lengua y habla¡. Y Jesús sigue haciendo este milagro. Y parece que deberá seguir haciéndolo mucho tiempo más. Escuchamos noticias,… hablamos, comentamos, decimos, comunicamos datos, respondemos preguntas,… pero somos creyentes sordos y mudos. Abrir los oídos: escuchar a mi alrededor la crisis, las dificultades de los hermanos, al emigrante, inmigrante, extranjero, acoger, aceptar,…(en este día de oración por el migrante).. escuchar su Palabra es este mes de la Biblia,…¡Abrir los oídos¡ ¡Escuchar¡. ¡Soltó mi lengua de discípulo¡ ¡Hablar¡. Ellos lo proclamaban y en el colmó de su admiración decían. Ha hecho el bien: hace oir a los sordos y hablar a los mudos. Y sus acciones, en este caso más que sus palabras, eran anuncio y constancia del Reino. Y seguimos callados; nos comieron la lengua; no se nos oye; no se oyen nuestras palabras y, al parecer, menos nuestras obras; ¡No se oye¡ ¡No se ve¡ No necesita Jesús mandarnos callas, en este caso ya estamos callados, demasiado callados, silentes y un poco miedosos. Y él sigue anunciando el Reino abriendo oídos y soltando el don de la palabra. ¿Cristianos sordos y mudos?. ¿Y yo? ¡Oyente? ¿Callado? ¿Sordomudo?. Saludos.

P. Esteban Merino Gómez, sdb.