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3 oct 2009

MINUTO DOMINICAL


“De barro .. …y con amor”
04 de Octubre de 2009. Domingo 27º del Tiempo Ordinario - Ciclo Anual “B”
Evangelio de San Marcos 10, 2-16

Salimos de Galilea camino de Judea. La gente nos seguía. Recordábamos las últimas enseñanzas del Maestro y las discusiones que trajo entre nosotros. La críticas de Juan sobre los que sanaban y no eran de los nuestros y los escándalos o tropiezos que nos ponemos entre los discípulos. El mismo Marcos notara lo mismo cuando escriba su Evangelio años más tarde. En el camino, los fariseos, legalistas, que siempre le ponen tropiezos al Maestro, le plantearon una cuestión clásica entre nosotros y muy discutida por dos escuelas de rabinos, unos señores llamados Hillel y Sammay: ¿Es lícito a un hombre divorciarse de su mujer?. La dos escuelas de rabinos decían que sí. Se diferenciaban en las causales defendidas por cada escuela. Entre nosotros la mayoría estamos casados. Te recuerdo que el Maestro fue a casa de Pedro donde sano a su suegra (Mc 1, 29-31). Es verdad que no todos: Juan El Evangelista, no. Según contaría mas tarde Marcos: Saulo, Pablo, tampoco. Por eso que era de mucho interés para nosotros conocer la opinión del Maestro en esta cuestión.
El Maestro conocía la Ley Judía. Sabía cómo pensaban los rabinos y por eso, aunque nos extrañó a primera vista, partió citando nuestra tradición recogida en el Génesis y preguntando a sus oponentes en la discusión: ¿Qué es lo que les ha mandado Moisés?. Pos supuesto que todos los rabinos lo sabían: dar el divorcio. Es lo que ellos defendían. Pero en este punto es donde el Maestro introduce una profunda novedad. Su llamado es a volver a lo primigenio, a lo original: “Dios modeló al hombre con arcilla” y a su unidad le dio el desafío de llegar a ser ”una sola cosa”, lo que Dios ha unido. Y con esta novedosa interpretación y vuelta a los orígenes nos recordó que hombre y mujer somos de barro, débiles, que ambos, sin dependencias ni machismos salimos de su mente y sus manos; ambos hombre y mujer, nos gustamos y consideramos al otro o la otra: “carne de mi carne”. Sin duda los rabinos tienen razón en un punto somos “barro”, “arcilla”, y lo que formamos tienen la debilidad del “barro” de la “arcilla”, con los límites, carencias, deficiencias y pecados, que nos caracterizan. Somos personas, parejas, familias de “barro”. Y al vivir juntos, con los golpes de la vida, las deficiencias de cada uno, nos quebramos, rompemos nuestra relación, partimos nuestra vida, nuestras parejas, nuestro matrimonio.
Pero siempre conservamos y llevamos dentro este fuego de quien es ‘carne de mi carne’ A quien buscamos y a quien amamos. Siempre, desde el barro de nuestras vidas y deficiencias, está renacer desde al barro “con amor”. Los discípulos están intrigados. Ser una sola carne, no es fácil. Dejar a su padre y a su madre y unirse a su mujer para ser uno sólo, no es sencillo. Y ellos quieren ser discípulos según la nueva propuesta y en fidelidad al Maestro.

Ratifica su opinión. No esta de acuerdo con las opiniones de las escuelas de rabinos. El propone un nuevo camino que será distintivo de sus discípulos: su matrimonio será símbolo y sacramento de su misma fidelidad con ellos. Este será el desafío de la nueva comunidad y distintivo de la forma de vida de la comunidad del rabino Jesús: el discípulo deberá vivir, desde su barro, desde su debilidad y carencias, con todo el amor que el Maestro les ha enseñado, con todos el amor para quien es ‘carne de mi carne’, con todos el amor fiel, como fiel es el maestro que no escatima dar la vida por ellos. Desde el barro,… amor fiel y para siempre.

Y caminando, como siempre nos pasaba, nos retrasaban constantemente en el camino. Aunque nosotros procurábamos impedirlo, la gente siempre acercaba a los niños al Maestro, esto no retardaba y a la vez no era significativo, Los niños no son tan importantes; deben estar reverencialmente al lado y no entrometerse en las cosas de los mayores. Pero, de nuevo, su forma de actuar contrasta con nuestra opinión: Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan. Nos quedó claro su predilección por ellos y nuestro error. Es más, conversaba con ellos, los escuchaba, los saludaba y los bendijo imponiéndoles las manos. Para Él la familia, con sus debilidades y sus barros; los niños, con su lugar secundario, según nosotros, son un desafío de vida para todos los que queremos ser sus discípulos: Lo que Dios ha unido… Nos hemos dado cuenta, estando con Él, que desde nuestro barro, deficiencia y dificultad; desde nuestro deprecio a los más pequeños como los niños, tenemos un compromiso como discípulos: vivir desde nuestro barro y con amor, al estilo del Maestro. Saludos.

P. Esteban Merino Gómez, sdb.