2 Tiempo
ordinario (A) Juan 1, 29-34
HAMBRE DE
ESPIRITUALIDAD
JOSÉ ANTONIO PAGOLA, vgentza@euskalnet.net
SAN SEBASTIÁN
(GUIPUZCOA).
12/01/11.- Las primeras
generaciones cristianas sabían muy bien que "bautizarse"
significa literalmente sumergirse en el agua, bañarse o
limpiarse. Por eso, diferenciaban muy bien el "bautismo de
agua" que impartía el Bautista en las aguas del Jordán y el
"bautismo de Espíritu Santo" que reciben de Jesús.
El bautismo de
Jesús no es un baño corporal que se recibe sumergiéndose en el
agua, sino un baño interior en el que nos dejamos empapar y
penetrar por su Espíritu, que se convierte dentro de nosotros
en un manantial de vida nueva e inconfundible.
Por eso, los
primeros cristianos bautizaban
invocando el nombre de Jesús sobre cada bautizado. Pablo de
Tarso dice que los cristianos están bautizados en "Cristo" y,
por eso, han de sentirse llamados a "vivir en Cristo",
animados por su Espíritu, interiorizando su experiencia de
Dios y sus actitudes más profundas.
No es difícil
observar en la sociedad moderna signos que manifiestan un
hambre profunda de espiritualidad. Está creciendo el número de
personas que buscan algo que les dé fuerza interior para
afrontar la vida de manera diferente. Es difícil vivir una
vida que no apunta hacia meta alguna. No basta tampoco pasarlo
bien. La existencia termina haciéndose insoportable cuando
todo se reduce a pragmatismo y frivolidad.
Otros sienten
necesidad de paz interior y de seguridad para hacer frente a
sentimientos de miedo y de incertidumbre que nacen en su
interior. Hay quienes se sienten mal por dentro: heridos,
maltratados por la vida, desvalidos, necesitados de sanación
interior.
Son cada vez más
los que buscan algo que no es técnica, ni ciencia, ni
ideología religiosa. Quieren sentirse de manera diferente en
la vida. Necesitan experimentar una especie de "salvación";
entrar en contacto con el Misterio que intuyen en su interior.
Nos inquieta
mucho que bastantes padres no bauticen ya a sus hijos. Lo que
nos ha de preocupar es que muchos y muchas se marchan de
nuestra Iglesia sin haber oído hablar del "bautismo del
Espíritu" y sin haber podido experimentar a Jesús como fuente
interior de vida.
Es un error que
en el interior mismo de la Iglesia se esté fomentando, con
frecuencia, una espiritualidad que tiende a marginar a Jesús
como algo irrelevante y de poca importancia. Los seguidores de
Jesús no podemos vivir una espiritualidad seria, lúcida y
responsable si no está inspirada por su Espíritu. Nada más
importante podemos hoy ofrecer a las personas que una ayuda a
encontrarse interiormente con Jesús, nuestro Maestro y Señor.
(Eclesalia
Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus
artículos, indicando su procedencia).
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