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4 jul 2015

MINUTO DOMINICAL
“¡Hablar entre los nuestros¡”

01 de Julio de 2015.
Domingo 14° del Tiempo Ordinario- Ciclo “B” –                                         
Evangelio de San Marcos 6, 1-6
Jesús se dirigió a su pueblo,.. y comenzó  a enseñar en la sinagoga, y la multitud lo escuchaba asombrada. Pero minutos después, luego del asombro inicial, y tal vez de un gesto de buena educación momentáneo, surgen las críticas inmediatas. No es fácil hablar entre los nuestros. No es fácil hablar a aquellos más cercanos con quienes estamos en contacto habitualmente, diariamente, que los conocemos y nos conocen. No es fácil hablar entre los de nuestro pueblo y nuestros cercanos. "¿De dónde le viene todo esto? ¿Y qué pensar de la sabiduría que ha recibido, con esos milagros que salen de sus manos?   Pero no es más que el carpintero, el hijo de María; es un hermano de Santiago, de José, de Judas y Simón. ¿Y sus hermanas no están aquí entre nosotros?"Se escandalizaban y no lo reconocían.No es fácil hablar entre los nuestros, por ellos y su actitud ante nosotros cuando hablamos de nuestra fe  y de nuestra vida cristiana, o por nosotros porque nunca lo  hacemos por cobardía. ¡No es fácil¡
No es fácil hablar al  esposo o a la esposa de nuestra fe. Compartir con él o con ella la vida de fe, invitarle a participara en la iglesia, animarle o animarla a ir  a la eucaristía dominical, comprometerle en una acción solidaria que le ocupe un rato del sábado o del domingo. Muchos me dirán que ya conocen, de antemano, la respuesta a esa invitación. No es fácil conversar de mi comunidad, de mi parroquia, con mis vecinos que pronto me sacan todas las críticas a la Iglesia y me responden que no tienen tiempo y que para ellos el domingo es para la familia, aunque sea solamente para  dormir. No es fácil, cuando surge el tema de la Iglesia, con los compañeros de trabajo, en el trabajo mismo  o en encuentros  diversos de convivencia, paseos, cumpleaños o vacaciones. No me siento bien cuando surge el tema y me llueven las críticas de todos, aunque ellos sean bautizados católicos. No es fácil hablar entre los nuestros cuando en el colegio como apoderado expreso lo que pienso, en el supermercado hago un comentario, en un lugar público, o en una carta al diario, me atrevo a expresar mi opinión sobre mi fe, sobre la justicia social, la defensa de la vida, el derecho a expresar mi fe en público, a acompañar un enfermo en un hospital, …  me retrucan que la fe es una cosa de la vida privada. Que eso es personal mío y que no es el espacio para intervenir. Como si esa opinión fuera más o menos privada, por ser mía, que es mi número de carnet, mi filiación política, mi opción sexual, mi dirección, mi número telefónico… que están protegidos por la ley. Todo ello es privado porque es mío. Y todo ello yo lo hago público cuando y como quiero, como derecho humano fundamental y expresión de mi libertad individual y convicción más personal y de mi fe. Mi fe es privada porque es mi opción y es pública porque, igualmente, es mi opción. Es mi fe y la expreso donde y cuando la exigencia de la misma está en juego. En público y en privado. En la comunidad y en la sociedad.

No es fácil hablar entre los nuestros.Jesús se admiraba de cómo se negaban a creer. ¿No nos creen? ¡Porque no son convincentes nuestras palabras y nuestra vida¡ ¡Porque no nos atreveos  a hablar¡ Muchas veces nos dicen el refrán que de este texto ha surgido:"Nadie es profeta en su tierra, entre sus parientes y en su propia familia." Y lo hemos verificado. En otras ocasiones, y son muchas más, somos profetas del silencio, profetas miedosos, nos callamos, nos silenciamos solos. O por no estar convencidos de lo que decimos profesar o porque nos da miedo el juicio de quienes nos escuchan, o porque no queremos, siquiera, que conozcan nuestro compromiso de fieles católicos. No es fácil hablar entre los nuestros, Por ellos y por nosotros. De ellos, en ocasiones, no podemos esperar más si no comparten la fe. ¡De nosotros mismos podemos esperar más, esperaría el Señor más, tomando en cuenta lo que Él  Maestro hace en su pueblo¡. Cada uno de nosotros deberá responderse a sí mism@ y al Señor. Buen domingo compartiendo la fe en su familia,  su pueblo. Saludos.

P. Esteban Merino Gómez, sdb.