El hijo de Timeo, Bartimeo, un mendigo ciego, estaba sentado junto al camino. Al lado del camino, mientras la muchedumbre pasa, la vida sigue, y cada uno está en sus cosas, en sus preocupaciones, en sus tareas,.. Bartimeo está al lado del camino. Tiene nombre propio. Se nos recuerda el nombre de su padre Timeo, tiene familia y es de Jericó: Llegaron a Jericó. Al salir Jesús de allí con sus discípulos y con bastante más gente, un limosnero ciego se encontraba a la orilla del camino. Todos pasan, siguen con su vida y él continúa al lado del camino, fuera de ruta, en la periferia, al margen de la sociedad, al margen de la iglesia, sin trabajo, tal vez por su ceguera, por la enfermedad, por su pecado, por su origen, por su raza, por su pobreza, por su poca cultura, por las decisiones erradas tomas en su vida, por.. continúa al lado del camino.
El Maestro pasa. Al enterarse de que era Jesús de Nazaret el que pasaba, empezó a gritar. No es visto, es ignorado, por las personas que pasan a su lado pero ha escuchado hablar del maestro de Nazaret, este rabí es diferente. Comienza a gritar: Al enterarse de que era Jesús de Nazaret el que pasaba, empezó a gritar: "¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!" La gente lo hace callar. Importuna al Maestro. Su grito es una confesión de fe que le nace desde el corazón: "¡Hijo de David, ten compasión de mí!" . El Maestro no puede pasar de largo. La misericordia es el distintivo del Maestro Jesús que da a conocer el corazón del Padre, frente a los maestros fariseos, y a los doctores de la ley, leguleyos y faltos de misericirdia. Es la misericordia a la que nos invita este año el papa Francisco. Jesús se detuvo y dijo: "Llámenlo”. Detenerse, darse el tiempo, escuchar, acoger, es la actitud misionera que en este tiempo nos desafía. Es lo que Bartimeo necesitaba, ser escuchado, que acogieran su vida y su ceguera, que lo vieran y no pasaran de largo, que no lo ignoraran en su sufrimiento y en su necesidad, lo que causaba marginación y deprecio. Y las palabras el Maestro lo convencieron: "¿Qué quieres que haga por ti?”. ¡Cuando me preguntan así me tranquilizan y me siento acogid@¡. La acogida, el cuidado, la preocupación por el otro es la primera señal de misericordia. Lo que necesito es evidente: "Maestro, que vea." Quiero ver, quiero ser reconocido como persona, no quiero que me ignoren más, quiero ser parte de mi pueblo, de mi sociedad, de mi iglesia; no soy un leproso, despreciable, miserable,.. soy persona,…
Y el Maestro lo ve y Bartimeo, por fin puede ver a Jesús. Entonces Jesús le dijo: "Puedes irte, tu fe te ha salvado." Y al instante pudo ver y siguió a Jesús por el camino. Bartimeo ha recuperado su dignidad. Ha sido visto, reconocido, escuchado, levantado; se han dirigido a él como persona y le han hablado y lo han escuchado. Ha sido el gran encuentro de su vida que dejará huella para el resto de sus días. Este encuentro ha superado el ámbito que él esperaba: salir de su carencia y limitación física de no poder ver. Ha encontrado al Maestro más allá de lo esperado. Ha encontrado al Maestro en la fe "¡Hijo de David, ten compasión de mí!" y se ha hecho discípulo: y siguió a Jesús por el camino.
¿Al lado del camino? ¿Al lado del camino por enfermedad, pecado, fracaso, falta de fe,..? El Maestro siempre escucha. ¡Tu fe te ha salvado¡. Saludos.
P. Esteban Merino Gómez, sdb.