¡Recomienda este blog!

5 mar 2008


Obras del camino cuaresmal: "La Conversión y Penitencia"


La Conversión, cambio de dirección, metánoia, penitencia, es el gran llamado de Jesús con el que se inicia el anuncio, la gran irrupción de la presencia del Reino de Dios: Ya se cumplió el plazo señalado, y el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Nueva". Este llamado nos es cercano pues cada uno de nosotros siente la necesidad de reconocerse pecador y de obtener el perdón de Dios, de corregimos y de mejorar y acercarnos a Dios. Tenemos, cada uno de nosotros, experiencia del mal moral. La reconciliación es una necesidad existencial humana y se impone en nuestra experiencia personal colectiva, concreta. Esta necesidad se constituye a partir de las relaciones, psicológicas, humanas, sociales, y es una aspiración, un derecho, en las relaciones de unos con otros. En las relacionarnos con la naturaleza; las relaciones humanas o de alteridad y encuentro y desencuentro con las demás personas, que desde la conciencia religiosa y del anuncio del Reino, que hace Jesús, nos refiere a Dios, a nuestra conducta ante Él, ante nosotros mismos y ante los demás.

Para los seguidores de Cristo, la reconciliación es una oferta que nos hace el mismo Dios, como oferta de la nueva realidad, del Reino, que nos ofrece y propone: "Déjense reconciliar con Cristo" (2Cor 5, 20). La primera conversión, cambio o reconciliación para el cristiano, es el Bautismo; en él se produce el primer y básico encuentro de la persona con Cristo, el descubrimiento de la propuesta de su Reino y el inicio y compromiso de un nuevo modo de vida para el disdpulo. La reconciliación bautismal es una experiencia que no siempre hemos tenido ocasión de vivenciar conscientemente y de forma adulta, por haber sido bautizados en edades muy tempranas. Esto, en ocasiones, nos dificulta vivir, ahora, como adultos, una verdadera conversión, o segunda conversión o reconciliación, referida o relacionada con la primera y profunda conversión del bautismo, que signifique una opción de vida de ser discípulo y seguidor de Cristo, asumiendo, en la vida personal las propuestas del Remo, sus opciones de vida codificadas en las buenaventuras y enseñanzas del Señor. La ausencia de este Bautismo adulto, y como tal vivido, corre el riesgo de infantilizar nuestra fe, banalizar el bautismo, y hacer jneficaz y vacío todo intento de conversión. En vez de bautizados adultos, conscientes y decididos, pareciéramos ser, cristinos pasados por agua, que de pronto, una mañana, nos despertamos como bautizados. Por eso que toda conversión, es una vuelta al Bautismo, a la primera conversión; y si esta no se ha dado, es el momento, del encuentro personal con Cristo, y del verdadero cambio y conversión, hoy.


En nuestra reconciliación el protagonismo central lo tiene el mismo Cristo, pues es Él quien nos hace la gran oferta del Padre, cumple su misión de ser el reconciliador, mediador del Padre. La reconciliación es el Sacramento del Espíritu Santo, que anima y motiva al creyente a este encuentro liberador o Sacramento de la Paz. La acogida que Jesús da a lo~ pecadores (Lc 15: moneda perdida., oveja perdida; hijo pródigo )" Hay más alegría en el de lo par un solo pecador que se convierte, que por noventa y nueve que no necesitan convertirse" ; y también: no he venido a llamar a los justos sino a los pecadores" (Lc 5, 32) nos anima a este encuentro. La conversión parte de la fe en la Buena Nueva de Cristo: "Conviértanse y crean en la Buena Nueva". Los discípulos aceptan el llamado de Cristo "Predicaron que se convirtieran"(Mc 6, 12), y en el anuncio del Kerigma, o Buena Nueva Salvadora de Cristo, hacen continuamente la propuesta de cambio, de conversión¡ de nueva vida: "Vuélvanse a Dios" (Hech 2, 38; 3, 19.26; 5, 31, 10, 43), y la propuesta produce al respuesta de conversión: "Entonces la gente preguntó ¿Qué debemos hacer? ¿Lc 3, 10.13.14). Esta debe ser1 tambiép nuestra respuesta.


Entre las expresiones externas de la penitencia interior son, tradicionalmente, el ayuno, la oración, la limosna. El proceso de la conversión penitencial tiene dos aspectos: la penitencia como actitud diaria y constante, que toma conciencia de sus deficiencias y con las obras cuaresmales, la solidaridad, la Lectura de la Palabra, la cajita de cuaresma, la Eucaristía, la oración hace efectiva esta actitud de conversión, como nos dice Aparecida: " La Penitencia o reconciliación: la conversión que todos necesitamos para combatir el pecado, que nos hace incoherentes con los compromisos bautismales" (Aparecida 175d)."Una experienda religiosa profunda e intensa, un anuncio kerigmatico y el testimonio personal de los evangelizadores que lleve a una conversión personal ya un cambio de vida integral" (Aparecida 226a). El segundo aspecto es el encuentro personal sacramental renovador, que nos haga volver ala opción bautismal profunda, reconocernos pecadores, reconciliamos y liberamos sacramentalmente, delante del sacerdote, lo que conlleva en sí mismo un humilde reconocimiento de nuestro pecado, del dolor que conlleva para otros y para nosotros mismos, de la liberación que significa; ponernos en manos de Dios, quien, por otra parte, ya nos conoce, y nos invita al encuentro. "No quiero la muerte del pecador sino que viva". "Este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto ala vida, estaba perdido y ha sido hallado" .¿Hace mucho tiempo que no ha vivido la experiencia de la reconciliación sacramental? ¿Su Bautismo lo ha asumido como persona adulta, o es una foto de una celebración de una guagüita con la que usted no se siente relacionada( o) para nada? En estos días previos a la semana santa podrá encontrar en parroquias y comunidades cristianas la posibilidad de este encuentro sacramental con el sacerdote. Buen encuentro. Gracias.


P. Esteban Merino Górnez. sdb.