MINUTO DOMINICAL:
“Todos invitados”
Domingo 12 de Octubre de 2008
Domingo 28º Durante el Año: Evangelio de San Mateo 22, 1-14
En los grandes acontecimientos y aniversarios no puede faltar la fiesta. Celebramos nuestros cumpleaños y santos; hacemos grandes fiestas en los matrimonios, bautismos o en licenciaturas y graduaciones; celebramos cuando nuestro equipo es campeón y cuando alcanzamos un logro destacado. Celebramos las fiestas patrias y los grandes acontecimientos históricos de nuestro pueblo. La fiesta, las fiestas, nos reviven hitos importantes y relatan nuestro caminar personal y comunitario. San Mateo nos invita a una especial y gran fiesta: La Fiesta del Reino. En ella todos estamos invitados: salgan a los cruces de los caminos e inviten a todos los que encuentren”. La sala es grande, la sala nupcial se llenó de comensales, en la gran cena de la boda del Hijo, que es el Reino de los Cielos que se parece a un rey que celebraba las bodas de su hijo.
¿Te llegó la invitación? Mateo sabe que esta invitación la conoce Israel y que la naciente comunidad de los de Jesús, trata de profundizarla y comprenderla cada día en su celebración, en su organización y en el trato con la sociedad que los rodea. Pareciera que el primer grupo, socialmente autosuficiente, muy ocupado, con bienes de los que tiene que preocuparse y cuidar, especialmente en tiempos de grandes caídas de la bolsa, no tuvieron en cuenta la invitación, y se fueron, uno a su campo, otro a su negocio… . El desprecio hecho a quien los invita es obvio. No se les ha pedido que traigan ningún regalo, solamente que lleven el traje adecuado y que gocen de la fiesta a la que son invitados. El rey se enojó. El cambio de invitados cambia completamente los destinatarios. El primer grupo pareciera que se lo merecía. Eran personas importantes; con bienes, con prestigio social; merecedores de la invitación de tan importante personaje, el rey, y a la vez prestigian y dan realce, con su presencia, a la fiesta en cuestión. El grupo alternativo es desconcertante. Ni siquiera los conoce; los encuentran en caminos y cruces, en las “esquinas”; no tienen ni casa; son gente común: malos y buenos (en este orden los pone en evangelio); y todos pueden optar al primer lugar en la mesa, sin privilegios que posterguen a nadie. Y la sala se llenó de convidados. Y todos son “amigo” del dueño de casa.
La CEB de Mateo se siente toda ella sentada a la gran Mesa. Pero como pasa en una fiesta o banquete cuando alguien toma una copa de más y pierde el control de sus palabras y acciones, se produce un escándalo memorable. ¡El rey echó a uno de la fiesta¡ ¿Por qué? ¿No estaba invitado? No se sabe muy bien. Parece que el Señor le dijo que no tenía el vestido adecuado. Que aquella era una importantísima y muy exclusiva fiesta a la que no se podía ir vestido de cualquier manera. Y lo echó. Hasta comentó muchos son los llamados, pero pocos son los elegidos.
¿Tiene, Ud. por ahí la invitación? ¿A qué grupo cree Ud. que pertenece?. No importa. ¡Vaya a la fiesta¡ Es la culminación de la historia y del Reino. Es el Gran encuentro de los discípulos en la fiesta del Maestro, la Fiesta del Reino. ¿Ya tienen su traje listo? ¿Estrena ropa para encontrase con Dios? El traje de fiesta nos retrotrae al traja blanco de nuestro bautismo y a la necesidad de revisar permanentemente que se “mantenga sin mancha hasta la vida eterna”, y hacer de nuestra historia el tejido de vida para presentarse en la mesa del Reino. Modelo de peregrina y discípula, es María de Nazareth que teje su inmaculado traje, en el silencio y el servicio al Reino de su Hijo, a quien, hoy día, Fiesta de Ntra. Sra. del Pilar, cuyo nombre lleva nuestra Comunidad Cristiana y este blog, en la fiesta, en la mesa de la Eucaristía, nos alegramos con Cristo y María:
“Tú permaneces como la columna
que guiaba y sostenía día a y noche
a tu pueblo en el desierto”
Así sea.
P. Esteban Merino Gómez, sdb.