
“Decisión personal”
21 de Diciembre de 2008: Ciclo Anual “B”
Cuarto Domingo de Adviento: Evangelio de San Lucas 1, 26-38
Edad: casi una adolescente. Valora su virginidad y su compromiso esponsal con su futuro esposo José. Pero hay cambio de rumbo. A Nazaret de Galilea ha llegado un mensaje, un anuncio. El Mensajero (el ángel) encuentra a la destinataria del mismo, Miriam (María), en medio de una pausa en sus tareas cotidianas. Pausa dedicada a la reflexión y a la comunicación silenciosa y escucha de Dios. Le deja un sobre, una carta que tienen una invitación en estos términos:
“Muy apreciada y bendecida María. No te asustes, Yo soy el Señor a quien tú oras y pides constantemente su manifestación y la liberación de tu pueblo Israel. Con la presente carta tengo el agrado que hacerte una invitación. ¡Alégrate¡ Eres la más bella y llena de mi gracia. Voy a pedirte un gran favor. Con Mi Hijo queremos realizar un gran proyecto para tu pueblo y todos los pueblos y necesitamos tu colaboración. Estamos de acuerdo con mi Hijo, Yeyosua, que vaya a la tierra y comparta su vida su historia, su existencia. Para ello necesito específicamente de ti. Queremos que sea verdadera y realmente humano, que sienta, comparta y viva como todo hombre y mujer de la tierra, y para ello es indispensable que sea engendrado como todo humano y nazca como toda persona. ¿Estás dispuesta a colabora con Dios en este Plan? Espero tu respuesta, mi Espíritu te aclarara como será posible esto y Él será tu compañero de viaje en esta aventura de la Nueva Vida. Con el beso de Dios. Hasta pronto.
Dejó la nota en el suelo. Temblaba. No entendía y no sabía que responder. Esto cambia radicalmente su vida. José, con quien estaba comprometida, no la aceptaría y propondría de inmediato la ruptura del compromiso matrimonial. Guardó silencio. Entró en su casa, en su corazón, en su conciencia y fue rumiando y releyendo las palabras de la carta. Luego más calmada y más reconfortada oró así al Señor:
Señor, Dios de nuestros padres, Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob,
que te has dignado fijarte en esta humilde servidora
que estoy comprometida y no he iniciado mi vida matrimonial,
y me pides que sea Madre de tu Nueva Vida en el mundo,
rompiendo mi proyecto que involucra y parece indigno para José;
yo sé que Tú eres el Dios Altísimo, pero ¿Cómo podrá ser esto?
Señor, aunque no comprendo bien,
sé que para ti no hay nada imposible,
y el Santo engendrado será llamado Yeyosua, salvación de Dios,
por eso, aunque no entiendo muy bien,
estoy dispuesta como servidora de tu plan salvador,
que se cumpla en mi como Tú has proyectado,
y me des tu gracia para cumplirlo.
Amén
¿Le ha llegado alguna nota de la anunciación de los Planes de Dios para vida? ¿Ha hecho su oración de reflexión y respuesta? Saludos.
P. Esteban Merino Gómez, sdb.
21 de Diciembre de 2008: Ciclo Anual “B”
Cuarto Domingo de Adviento: Evangelio de San Lucas 1, 26-38
Edad: casi una adolescente. Valora su virginidad y su compromiso esponsal con su futuro esposo José. Pero hay cambio de rumbo. A Nazaret de Galilea ha llegado un mensaje, un anuncio. El Mensajero (el ángel) encuentra a la destinataria del mismo, Miriam (María), en medio de una pausa en sus tareas cotidianas. Pausa dedicada a la reflexión y a la comunicación silenciosa y escucha de Dios. Le deja un sobre, una carta que tienen una invitación en estos términos:
“Muy apreciada y bendecida María. No te asustes, Yo soy el Señor a quien tú oras y pides constantemente su manifestación y la liberación de tu pueblo Israel. Con la presente carta tengo el agrado que hacerte una invitación. ¡Alégrate¡ Eres la más bella y llena de mi gracia. Voy a pedirte un gran favor. Con Mi Hijo queremos realizar un gran proyecto para tu pueblo y todos los pueblos y necesitamos tu colaboración. Estamos de acuerdo con mi Hijo, Yeyosua, que vaya a la tierra y comparta su vida su historia, su existencia. Para ello necesito específicamente de ti. Queremos que sea verdadera y realmente humano, que sienta, comparta y viva como todo hombre y mujer de la tierra, y para ello es indispensable que sea engendrado como todo humano y nazca como toda persona. ¿Estás dispuesta a colabora con Dios en este Plan? Espero tu respuesta, mi Espíritu te aclarara como será posible esto y Él será tu compañero de viaje en esta aventura de la Nueva Vida. Con el beso de Dios. Hasta pronto.
Dejó la nota en el suelo. Temblaba. No entendía y no sabía que responder. Esto cambia radicalmente su vida. José, con quien estaba comprometida, no la aceptaría y propondría de inmediato la ruptura del compromiso matrimonial. Guardó silencio. Entró en su casa, en su corazón, en su conciencia y fue rumiando y releyendo las palabras de la carta. Luego más calmada y más reconfortada oró así al Señor:
Señor, Dios de nuestros padres, Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob,
que te has dignado fijarte en esta humilde servidora
que estoy comprometida y no he iniciado mi vida matrimonial,
y me pides que sea Madre de tu Nueva Vida en el mundo,
rompiendo mi proyecto que involucra y parece indigno para José;
yo sé que Tú eres el Dios Altísimo, pero ¿Cómo podrá ser esto?
Señor, aunque no comprendo bien,
sé que para ti no hay nada imposible,
y el Santo engendrado será llamado Yeyosua, salvación de Dios,
por eso, aunque no entiendo muy bien,
estoy dispuesta como servidora de tu plan salvador,
que se cumpla en mi como Tú has proyectado,
y me des tu gracia para cumplirlo.
Amén
¿Le ha llegado alguna nota de la anunciación de los Planes de Dios para vida? ¿Ha hecho su oración de reflexión y respuesta? Saludos.
P. Esteban Merino Gómez, sdb.