“Levántate: perdón y sanación”
15 de Febrero de 2009: Ciclo Anual “B” – 7º Domingo Ordinario.
Evangelio de San Marcos 2, 1-12
¡Levántate, toma tu camilla y vete a casa¡ Los pasados domingos, y hoy día, Jesús se manifiesta como médico, así lo llamaron algunos Padres de la Iglesia en la antigüedad; médico del alma y del cuerpo que pasó tocando con su presencia a las personas e invitándolas: ¡Levántate, toma tu camilla y camina¡ Tocó a la suegra de Pedro y ella se levantó y los sirvió. Se atrevió de forma escandalosa a tocar al leproso, y lo sanó levantándolo a la nueva vida que le esperaba. Hoy día, de una forma que escandaliza y es considerada por los escribas como blasfema, Jesús lo toca con su palabra y lo levanta, sanándolo y perdonándolo; perdonándolo y sanándolo.
Cuando vemos a un enfermo postrado; cuando compartimos con una familia el dolor por su cercano que sufre en su postración; cuando escuchamos la confesión profunda y sentida de una persona que lamenta y llora sus errores; cuando compartimos que un joven quiere rehacer su vida,… sentimos unos inmensos deseos de tener la capacidad de tocar su vida, de poder tener una palabra con la fuerza de levantarlo, de poder decirle: ¡levántate¡ ¡levántate¡, toma tu camilla, tus muletas, tus cargas, tus pesos, tus pecados, y ¡camina¡, levántate, toma tu vida, resucita, sana, reanímate, reconstruye tu vida, vuelve a mirar adelante; sana tu corazón, rehaz tu vida, cicatriza la herida de tu caída, reconoce tu pecado y levántate; vuelve a tu casa, a tu vida, a tu historia, con el Maestro que te ha tocado y levantado.
Han pasado varios días después de la sanación de la suegra de Pedro en la casa de éste en Cafarnaum. Después de una salida misionera vuelve a la casa. Y como pasó la vez anterior volvió a llenarse la calle de gente, tanta, que delante de la puerta les anunciaba la Palabra. Tal era el deseo de la gente de tocar y ser tocado por Jesús con sus manos y su palabra, en su cuerpo, en su vida, que hasta levantan el techo de la casa para poder acercarse a Él. Le trajeron un paralítico… …y descolgaron la camilla con el paralítico. “Tus pecados te son perdonados”. Todos se escandalizan. Es un blasfemo. Sanar, curar, perdonar, levantar: es blasfemo. No es aceptable; no es permisible; transgrede la ley. Y de nuevo Jesús rompe toda convención social y religiosa y da la mano, como lo hizo con el leproso, toca, levanta, da la vida, perdona. ¿Y es que acaso lo que está diciendo es verdad, su palabra: ha perdonado el pecado? Eso es lo que están perdonando, murmurando, mascullando. ¡Está blasfemando¡ ¿Quién puede perdonar los pecados, sino sólo Dios? Pero el grito de vida, repetido tres veces en el evangelio de este domingo es ¡Levántate¡ Y en su palabra está el perdón de los pecados y la sanación de su cuerpo; y lo tocó con su palabra; lo levantó; lo resucitó; cambió su vida. Su poder (exsousia) es la sanación y el perdón.
Los camilleros, como el paralítico, tenían fe. Al ver la fe de estos hombres el poder de Jesús, médico de alma y cuerpo, se hizo perdón, salud, fe y alabanza de la gloria de Dios que es salvación. ¿Enfermo? ¿Pecador? ¿Paralítico? ¿Lisiado? ¡Levántate¡ Si está en sus manos, ser camillero, lleva a las personas para que puedan tocar y ser tocados por Cristo. Y,.. no llames nunca a Jesús blasfemo cuando sana y perdona; no importa la degradación, el pecado o la enfermedad, ni la situación del sanado. Es el poder misericordioso de Jesús, Médico y Buen Pastor. Saludos.
P. Esteban Merino Gómez, sdb.
15 de Febrero de 2009: Ciclo Anual “B” – 7º Domingo Ordinario.
Evangelio de San Marcos 2, 1-12
¡Levántate, toma tu camilla y vete a casa¡ Los pasados domingos, y hoy día, Jesús se manifiesta como médico, así lo llamaron algunos Padres de la Iglesia en la antigüedad; médico del alma y del cuerpo que pasó tocando con su presencia a las personas e invitándolas: ¡Levántate, toma tu camilla y camina¡ Tocó a la suegra de Pedro y ella se levantó y los sirvió. Se atrevió de forma escandalosa a tocar al leproso, y lo sanó levantándolo a la nueva vida que le esperaba. Hoy día, de una forma que escandaliza y es considerada por los escribas como blasfema, Jesús lo toca con su palabra y lo levanta, sanándolo y perdonándolo; perdonándolo y sanándolo.
Cuando vemos a un enfermo postrado; cuando compartimos con una familia el dolor por su cercano que sufre en su postración; cuando escuchamos la confesión profunda y sentida de una persona que lamenta y llora sus errores; cuando compartimos que un joven quiere rehacer su vida,… sentimos unos inmensos deseos de tener la capacidad de tocar su vida, de poder tener una palabra con la fuerza de levantarlo, de poder decirle: ¡levántate¡ ¡levántate¡, toma tu camilla, tus muletas, tus cargas, tus pesos, tus pecados, y ¡camina¡, levántate, toma tu vida, resucita, sana, reanímate, reconstruye tu vida, vuelve a mirar adelante; sana tu corazón, rehaz tu vida, cicatriza la herida de tu caída, reconoce tu pecado y levántate; vuelve a tu casa, a tu vida, a tu historia, con el Maestro que te ha tocado y levantado.
Han pasado varios días después de la sanación de la suegra de Pedro en la casa de éste en Cafarnaum. Después de una salida misionera vuelve a la casa. Y como pasó la vez anterior volvió a llenarse la calle de gente, tanta, que delante de la puerta les anunciaba la Palabra. Tal era el deseo de la gente de tocar y ser tocado por Jesús con sus manos y su palabra, en su cuerpo, en su vida, que hasta levantan el techo de la casa para poder acercarse a Él. Le trajeron un paralítico… …y descolgaron la camilla con el paralítico. “Tus pecados te son perdonados”. Todos se escandalizan. Es un blasfemo. Sanar, curar, perdonar, levantar: es blasfemo. No es aceptable; no es permisible; transgrede la ley. Y de nuevo Jesús rompe toda convención social y religiosa y da la mano, como lo hizo con el leproso, toca, levanta, da la vida, perdona. ¿Y es que acaso lo que está diciendo es verdad, su palabra: ha perdonado el pecado? Eso es lo que están perdonando, murmurando, mascullando. ¡Está blasfemando¡ ¿Quién puede perdonar los pecados, sino sólo Dios? Pero el grito de vida, repetido tres veces en el evangelio de este domingo es ¡Levántate¡ Y en su palabra está el perdón de los pecados y la sanación de su cuerpo; y lo tocó con su palabra; lo levantó; lo resucitó; cambió su vida. Su poder (exsousia) es la sanación y el perdón.
Los camilleros, como el paralítico, tenían fe. Al ver la fe de estos hombres el poder de Jesús, médico de alma y cuerpo, se hizo perdón, salud, fe y alabanza de la gloria de Dios que es salvación. ¿Enfermo? ¿Pecador? ¿Paralítico? ¿Lisiado? ¡Levántate¡ Si está en sus manos, ser camillero, lleva a las personas para que puedan tocar y ser tocados por Cristo. Y,.. no llames nunca a Jesús blasfemo cuando sana y perdona; no importa la degradación, el pecado o la enfermedad, ni la situación del sanado. Es el poder misericordioso de Jesús, Médico y Buen Pastor. Saludos.
P. Esteban Merino Gómez, sdb.