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8 jun 2009

MINUTO DOMINICAL


“Comunidad de vida y acción”
07 de Junio de 2009. Domingo de la Santísima Trinidad - Ciclo Anual “B”
Evangelio de San Mateo 28, 16-20

La familia está sentándose a la mesa. Es un bello día y de ninguna manera se perderían este momento de encuentro dominical en el que la comida es el pretexto para el intercambio de lo que cada uno está viviendo, sus sueños, compromisos, sin faltar las bromas e intimidades; las preocupaciones de unos por otros, los nuevos planes y caminos por los que trascurre la vida de cada uno.
El Padre Dios hoy está haciendo una fiesta. Su mesa, como siempre está llena, Están todos. No falta nadie. Es tal el conocimiento entre ellos que no que es necesario ponerse de acuerdo en el horario. Todos lo cumplen a la perfección, y anhelan el momento; lo viven aún antes de que llegue. Jesús ha puesto la mesa. Se acuerda de tantas veces que lo hizo en la tierra, de su servicio a los pobres, de su aprendizaje en la obediencia. El Espíritu Santo, en cuanto aparece, lo colorea todo con su amor. A su sola cercanía todo se transforma y se llena de eso que, en la tierra, llamamos sus dones, sus cualidades, sus carismas. Bueno ya deben saber de la Familia que estoy hablando.

Son TRES, a nuestro modo de hablar. Pero son mucho más que Tres. Porque son UNO. Su mutuo reconocimiento, su unidad, como común unidad, su mutua presencia e implicancia los hace presentes a los tres en cada uno; más enamorados que el amor y más unidos que la familia más amante, considerada y unida. El saludo lo inicia Jesús: Gracia y paz. Todo mi amor: Responde el Padre. La Comunión sea con vosotros, contesta el Espíritu (Cfr 1 Cor 13, 12) Y éste ha pasado a ser nuestro saludo al iniciar el encuentro de la Acción de Gracias en la Eucaristía. Su diálogo es sincero, profundo, desde el corazón; hace inútiles las palabras. La sinergia de su actuación, unísona, congruente, se hace tan manifiesta. Son testigos de su presencia: La Creación; la liberación salvadora de Israel; la Pascua del Hijo con su victoria sobre al muerte y la congregación de sus seguidores en la Nueva Asamblea de los discípulos. La conducción en la historia, desde Jerusalén a las ciudades más recónditas y apartadas de las esquinas del mundo, donde está presente en el silencio y en la palabra, en la oración y en la acción solidaria: ÉL, quien doma lo indómito y da calor en el hielo, con sus gracias carismas y dones.

En su mesa no hablan de si mismos. Miran hacia esa esfera azul que llamamos Tierra. Y hasta se atreven, de vez en cuando, a leer lo que hemos escrito sobre ellos. “¿Qué pueblo oyó la voz de Dios que hablaba desde el fuego, como la oíste tú, y pudo sobrevivir?” El padre Dios queda pensativo: ¡Cuando les cuesta a los humanos conoceros realmente¡¡Menos mal que Jesús, al hacerse uno de ellos, les ha mostrado mi rostro de Padre¡ Pero nos gusta leer cuando saben descubrirnos y hablan de nosotros TRES juntos, en la unidad de nuestra presencia y acción, como lo hace nuestro discípulo Pablo en su cartas. Conducidos por el Espíritu de Dios son hijos de Dios… ..nos hace llamara a Dios ¡Abbá¡ ¡Padre¡. El mismo Espíritu que se une a nuestro espíritu… somos hijos y coherederos de Cristo. (segunda lectura dominical de hoy) Resumen y propuesta de lo que es la vida del discípulo: conducido por el Espíritu, sigue a Cristo en el amor del Padre. Es nuestro anuncio y nuestro credo. Jesús recuerda su despedida de la Tierra antes de su vuelta al Cielo. Comenta: ¡Que temerosos y desorientados estaban cuando me vine de vuelta¡ ¡Parecía que no habían comprendido nada y que no sabían por dónde iba la historia¡ ¡Pero tienen un corazón que se parece mucho al nuestro, y no han cejado en su empeño¡. Me acuerdo lo que les dije al separarme de ellos: Vayan, y hagan que todos los pueblos sean discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todos los que les he mandado. Y comenzaron. ‘Anunciaron’ a muchos pueblos y culturas, a muchas personas, mi palabra y mensaje. Muchas veces con corazón, testimonio de vida y convencimiento. Otras, con deficiencia de vida y hasta pecado. El signo bautismal de agregación fue, en ocasiones superficial, y no pocos lo han olvidado y degradado. Pero, acá intervino el Espíritu, Yo sigo acompañándolos. Siguen reflexionando la fe y preocupados de Misionar Continentes. Siempre les recuerdo las últimas palabras que les dijiste: Yo estaré con ustedes hasta el fin del mundo. Tercia el Padre: cuando los veo reunidos en la Acción de gracias, cuantas veces repiten y aclaman nuestro nombre de forma conjunta: En el nombre el Padre, del Hijo,… Gloria al Padre al Hijo, al espíritu Santo,… Creo en Dios Padre, creo en Jesucristo, creo en el Espíritu Santo,Por Cristo, .. a ti Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo... … pero no siempre en su historia, en sus comunidades está presente nuestra unidad; nuestra vida y acción común; nuestra acogida a todas las personas; nuestro amor mutuo; nuestra actuación común; el mutuo reconocimiento… El Padre, hace Silencio. La Trinidad es el modelo de toda Comunidad. ¿Revela nuestra Comunidad a la Trinidad, corazón de nuestra fe? Saludos.

P. Esteban Merino Gómez, sdb.