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4 jul 2009

MINUTO DOMINICAL


“Los de casa”
05 de Julio de 2009. Domingo 14º del Tiempo Ordinario - Ciclo Anual “B”
Evangelio de San Marcos 6, 1-6

Los dejé en la casa y me fui corriendo, casi retrasado, a la celebración en la Comunidad. Siempre me pasa lo mismo y termino discutiendo cuando salgo con prisa para la Celebración Dominical a la que raramente me acompañan y que se ha convertido en una pequeña guerra cada vez que les reitero mi invitación o sacamos el tema. El Evangelio que se proclama en la Asamblea me lleva, mentalmente, a lo que recién les contaba. “Seguido de sus discípulos Jesús se dirigió a su pueblo. Cuando llegó el sábado comenzó a enseñar en la sinagoga y la multitud lo escuchaba asombrada”. Ya me gustaría, pensé yo, que en mi casa fuera igual y que al volver, después de la celebración, me escucharan con gusto y preguntaran sobre las lecturas, signos, o tema reflexionado en ese día. Pero el relato del Evangelio que siguió a continuación se me hizo más cercano: ¿De dónde saca todo esto? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada y esos grandes milagros que realizan sus manos? Me parecía estar escuchado a mi hijo: ¡La santa¡ ¡La que lo sabe todo¡ ¡El que se cree cura¡ Da le sensación que se le está exigiendo a Jesús su justificación para hablar de Dios y la titulación o convalidación para hacerlo. Me pasa lo que a Jesús. Como papá no tengo nada especial; soy un trabajador, una ama de casa y nada más. ¿No es acaso el carpintero, el hijo de María..? ¿Y sus hermanas no viven aquí entre nosotros? ¡Igualito¡ Los de Nazareth no ven en Él sino al niño, al carpintero, que han visto crecer y que no pude ser alguien que hable de Dios. Su familia y su pueblo no puede, de ninguna manera, aceptarlo como profeta.

Lo someten a una verdadera interrogación. Lo mismo que en mi casa cuando comienza una discusión sobre religión. ¿De dónde? ¿Cómo lo sabes? ¿Qué enseñanza es esa? ¿Un carpintero? ¿Una ama de casa? ¿Un trabajador? ¿De qué te las das? Y no sé que responder. Yo estoy convencido de mi fe y del Señor en quien creo. Pero, no creen mi palabra, mi vida, mi propuesta. No faltan los recuerdo a la historia y la vida personal: ¡Pero si naciste en el campo¡ ¡Pero si no estudiaste, como sabes eso¡ ¡Te están engañando¡ ¡Pero si los abuelos eran de un pueblito perdido del sur¡. Los de casa son, en ocasiones, mi cruz y mis mayores críticos. ”Un profeta es despreciado solamente en su pueblo”. ¡Qué razón tiene este dicho de Jesús. ¡Me escuchan en la Comunidad¡ ¡Me escuchan en el grupo en que participo¡ Pero en mi casa ¡Parece imposible¡

Mi casa. Mi pueblo. Mi ciudad. Me sucede lo mismo que a Jesús. “La Iglesia que está en mi casa”, lema de nuestra última Semana Formativa en la Comunidad, es el lugar más difícil de Evangelizar. Ya estoy pensando cómo llevar el mensaje del Maestro en la Misión Continental, en la que estamos embarcados, y en el plan “El Señor entró en mi Casa”, de la visita casa a casa, que estamos preparando. Hasta Jesús fue rechazado. Y en alguna ocasión lo echaron de su pueblo y hasta quisieron tirarlo de un precipicio. Y no pudo hacer allí ningún milagro.. .. Él se asombraba de su falta de fe. No le creían. No me creen. No nos creen. No tengo que hacer milagros. Sí vivir mi fe entre los que me han visto crecer; entre mis herman@s de sangre; entre mis cercan@s. En mi casa; con mis vecin@s: con mi espos@; con mis hij@s. En mi pueblo, como Jesús; en mi ciudad; en mi Nazareth. En la casa grande de mi mundo que, en este domingo de las comunicaciones sociales, en mi espacio más privado, en la ventana de la pantalla, en la que, en este minuto, estoy mirando y leyendo, puedo hablar, comunicar, comunicarme, con “los de casa”, los de mi mundo y cercanía: mis contactos; mi nueva casa que supera la distancia y el tiempo.

“Los de mi casa” Los dejé… ¿Les llevo la visita y la invitación siempre nueva de Jesús? ¿Estoy en mi casa criticando a los más comprometidos con Cristo porque no son perfectos y les cuestiono el tiempo que dedican a servir y evangelizar en su nombre? ¡Hoy Jesús va a su Casa y a su Pueblo¡
Saludos.


P. Esteban Merino Gómez, sdb.