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15 ago 2009

MINUTO DOMINICAL


“Sentados a la Mesa: Carne, Pan Vida”
16 de Agosto de 2009. Domingo 20º del Tiempo Ordinario - Ciclo Anual “B”
Evangelio de San Jun 6, 51-599


La frase sonó dura e inaceptable para los escuchas judíos: “El pan que daré es mi carne para la Vida del Mundo”. Tienen en su mente el recuerdo anual de la Pascua que se conmemora comiendo el “Cordero Pascual”. El discurso sobre el pan multiplicado ha llegado demasiado lejos. Al oír hablar de comer la carne sacrificial la Comida Pascual Judía es la referencia inmediata y cultural que está a su alcance. “El que come mi carne y bebe mi sangre tiene la Vida eterna”. Añade Jesús en sus palabras el elemento del vino, de la copa, de la Fiesta Pascual. Refuerza aún más su comprensión de que la comida de la que Jesús está hablando no puede ser sino una comida que repugna, y cuestionan sus palabras. ¿Cómo puede este hombre darnos a comer su carne?. El realismo con el que lo están interpretando es evidente. Y no serán los únicos. Este sentido de antropofagia, que algunos grupos hoy le dan, fue clásico entre las acusaciones que le hace el mundo romano a las “cenas de los cristianos”: “sacrificar personas y alimentarse de carne humana”.

Pero niños y grandes. Familias y adolescentes hemos vivido y recibido en la práctica dominical eucarística, en la Iniciación Cristiana a la Vida Eucarística , este don y esta vivencia: El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mi y yo en él. Y así hemos vivido y crecido en la sacramentalidad de nuestra Acción de Gracias. Con una Mesa, que es Pan, Carne de Cristo, Alimento Vital. Sin huella ni sospecha de esta crítica judía ni romana. Justino, cristiano de la comunidad de Roma del año 150 nos invita a la celebración de su comunidad: El día que se llama del sol [el domingo], se celebra una reunión ..se ofrece el pan y el vino con agua como ya dijimos, y el que preside, según sus fuerzas, también eleva sus preces y acciones de gracias, y todo el pueblo exclama: Amén. Entonces viene la distribución y participación de los alimentos consagrados por la acción de gracias y su envío a los ausentes por medio de los diáconos. A este alimento lo llamamos Eucaristía. ..Porque no los tomamos como pan o bebida comunes, sino que, así como Jesucristo, Nuestro Salvador, se encarnó por virtud del Verbo de Dios para nuestra salvación, del mismo modo nos han enseñado que esta comida—de la cual se alimentan nuestra carne y nuestra sangre—es la Carne y la Sangre del mismo Jesús encarnado, pues en esos alimentos se ha realizado el prodigio mediante la oración que contiene las palabras del mismo Cristo.

Es día Domingo. Al fondo del Templo en una mesa están las ofrendas preparadas: pan y vino. Alimentos comunes. Se repasan los cantos que entonaremos. La mesa está dispuesta. El mantel de fiesta. La comunidad se reúne. El pan y el vino se presentan: como hacía la comunidad de Justino. Las palabras de Jesús, reiteradas en su nombre por el presbítero, hacen nueva, diferente y real su presencia en el Pan y el Vino. San Juan a quien hemos leído en su Discurso del Pan de Vida, no nos relata el momento de la Consagración de la Última Cena, pero si destaca esta realidad que hoy compartimos: “El que como de este pan vivirá eternamente”. “ El que me come vivirá por mi”. Y como dice nuestro hermano Justino: “a nadie le es lícito participar si no cree que nuestras enseñanzas son verdaderas, ha sido lavado en el baño de la remisión de los pecados y la regeneración, y vive conforme a lo que Cristo nos enseñó”. La Procesión de la Comunión se pone en marcha. Es el momento de la verdadera participación. Si es mesa, si hay comida, es un llamado a la participación. Ahí crece la vida: “Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del Hombre y no beben su sangre, no tendrán vida en ustedes”. Niños, jóvenes y adultos nos unimos a la marcha hacia el Pan. Es Cristo quien llama e invita. Mesa, Carne, Pan y Vida, son la fuerza del Cristiano, que tienen vida y yo los resucitaré en el último día. Así sea. Saludos.

P. Esteban Merino Gómez, sdb.