“Daban testimonio a favor de Él” 31 de Enero de 2010. AÑO DEL SEÑOR BICENTENTENARIO – CHILE 1810-2010
Domingo 4º Durante el Año - Ciclo “C” - Evangelio de San Lucas 4, 21-30
Estamos haciendo el camino, este año, con San Lucas. Continuando con el relato del pasado Domingo acompañamos a Jesús en su Pueblo de Nazaret. La asamblea esta reunida. Después de años Jesús vuelve a su pueblo. Lo invitan a leer y compartir la palabra. El templo está lleno. Todos lo conocen bien, es del pueblo. Hay expectación; ya conocen sus actuaciones en los pueblos cercanos y estaban llenos de admiración por las palabras de gracia que salían de su boca. Pero surge un murmullo. Algunos murmuran. No se puede caer bien a todos. La crítica se apoya en la cercanía que tienen con Él: ¿No es el hijo de José? Como lo conocemos podremos controlar lo que dice; no puede criticarnos ni exigirnos nada; no puede venir a nosotros como profeta y hablarnos con exigencias de parte de Dios. Es inaceptable habiendo nacido y crecidos en nuestras calles. Entre nosotros, que somos su pueblo, tiene que hacer signos más grandes que en Cafarnaúm. Pero no hizo ningún milagro. Decepción. No es como nosotros pensamos. No hace milagros; no hace famoso a su pueblo con algún signo portentoso. Nos está echando a perder nuestra fiesta. ¡Echémoslo de aquí¡. La cosa se puso tensa. Los que estaban en al sinagoga se enfurecieron y …querían despeñarlo. Él se había declarado libre para hacer sus signos y había privilegiado, en sus ejemplos, a infieles como la viuda de Sarepta y el sirio Naamán, insinuando que están más cerca de Dios que los de su pueblo de Nazaret.
Está entrando hoy a nuestra Capilla. Siempre lo recibimos Solemnemente. También le damos el Libro y cuando éste se abre escuchamos sus palabras. Todos en la asamblea estamos en silencio. ¿Qué pasa por el corazón de cada uno?. También nos revelamos. La persona que está leyendo yo la conozco: ¿Cómo se atreve a leer?. ¿Y el cura que tenemos?. Estoy pensando que se hay cambio de cura: ¿Cómo será él, o los que vengan? ¡No¡. ¡Como sea quien yo estoy pensando no vengo más¡ ¡Si él viene yo me voy¡ Y la murmuración sigue dando vuelta en las cabezas y se oye en el silencio mientras se proclama la palabra, que con todo este ruido en las mentes, no se escucha nada.
Y, asombroso, en esta ocasión, Jesús entonó un canto:
Antes que te formaras en el vientre de tu madre,
antes que tú nacieras te conocía y te consagré.
Para ser mi profeta de las naciones yo te escogí.
Irás donde te envíe y lo que te mande proclamarás.
No temas arriesgarte porque contigo yo estaré,
no temas anunciarme porque en tu boca yo hablaré.
Te encargo hoy a mi pueblo para arrancar y derribar,
para edificar, destruirás y plantarás.
(Cfr. Jeremías 1, 5-10.Primera Lectura)
Tenía una bonita voz. Pero no fue eso lo que más me impacto, sino las palabras que dijo a continuación: Hoy se cumple esto. El profeta soy yo. Y todavía seguimos murmurando. Y la mitad de nosotros no lo acepta. Somos como los de su pueblo de Nazaret. De tanto escucharlo y que venga cada Domingo a nuestra asamblea a hablarnos, ya no lo escuchamos. Pero Jesús, pasando en medio de ellos continuó su camino. ¿Seguirá el camino, dejándonos de lado, porque no lo hemos escuchado? ¿Damos testimonio a favor de Él?
Éste será mi último comentario en esta página en el día de nuestro fundador Don Bosco. La obediencia me lleva a otra Comunidad Salesiana de la Ciudad de Santiago de Chile. Gracias a todos los que algún día lo han leído, y a quienes, además, se han dado un tiempo para aportar con su opinión. Saludos. ¡Dios los bendiga¡
P. Esteban Merino Gómez, sdb.