“¡ La comida de un boda ¡”
El Maestro ha realizado ya su entrada triunfal a Jerusalén (21,
1ss) y ha hecho el gesto de purificación del Templo (21, 12ss) y se ha
referido, lectura del pasado domingo, a los viñadores homicidas que rechazan a Dios. En este contexto de la aceptación o rechazo
de Dios, el Maestro nos presenta la parábola de los invitados a una fiesta de
bodas.
¡Quién no ha sido invitado a una boda¡
¿Ud. ha sido invitad@ a una boda? ¿Aceptó la invitación? Cuándo no aceptó la
invitación ¿por qué importante razón
fue?. ¿Qué ropa uso? ¿Estrenó traje? ¿Fue de etiqueta, con ropa de gala?. Siempre nos halaga y nos alegra ser invitados
a una boda y nos preparamos con tiempo para participar en esta fiesta muy
destacada en nuestra sociedad. Un rey preparaba las bodas de su hijo por lo que mandó a sus servidores a llamar a los invitados a la fiesta.
Ya estaba todo preparado. La fecha, el lugar, la comida, la lista de
invitados. La invitación había sido entregada con tiempo. Pero el anfitrión se
encontró con una gran sorpresa: no quisieron venir. Rechazaron su invitación. Y
en el colmo del desprecio, sabiendo que no tenían una razón suficiente para el
rechazo, siguieron con lo que hacían habitualmente y hasta maltrataron a los
portadores de la invitación. Ellos no hicieron caso, sino que se fueron, unos a sus campos
y otros a sus negocios. Los demás tomaron a los servidores del rey, los
maltrataron y los mataron. El desprecio es claro. ¿Le ha pasado a
ud. que le han rechazado una invitación?. ¿Recuerda si en su fiesta de
matrimonio faltó algún invitado injustificadamente? En este caso el rechazo es
al mismo Dios.
Dios siguió invitando pues las Bodas son una
parábola del Reino. Y salieron a los caminos: "El banquete de bodas sigue esperando,
pero los que habían sido invitados no eran dignos. Vayan, pues, a las esquinas
de las calles e inviten a la fiesta a todos los que encuentren".
…de modo que la sala se llenó de invitados. Todos
pueden entrar. Todos están invitados. Los primero invitados eran indignos y por
su propia decisión quedaron fuera. Rechazaron a Dios, su plan, su fiesta, su
propuesta, su invitación. Nos parece raro rechazar una invitación, pero
nosotros mismos lo hacemos con Dios a menudo.
Y la fiesta se realiza. Personalmente el Padre
saluda a todos los participantes. Todos con sus
trajes de fiesta, nuevos, recién
estrenados. La ocasión lo exige. Mi traje muestra mi valoración y la importancia que doy a la fiesta en la que
participo. Para uno de los presentes no era tan importante o no sabía dónde se
encontraba:"Amigo,
¿cómo es que has entrado sin traje de bodas? Es la fiesta del hijo del rey. Es una solemnidad. La
importancia de ella aumenta por la calidad de quien me ha invitado. ¡No estaba
a la altura de lo que exigía la ocasión¡. Nuevo rechazo o desatención. Me hace
recordar las palabras bautismales: ¡Recibe la vestidura banca mantenla sin mancha hasta el
día del encuentro con el Señor¡ Pero no he cuidado mi vestido y su
limpieza. Y automáticamente me estoy excluyendo de la fiesta. ¡Así no puedo
entrar¡ Y.. ¿Quedé fuera de la fiesta de
Boda?. Rechacé la invitación o no me he preocupado de adquirir el vestido
adecuado para participar en ella? ¡He rechazado la invitación de Dios¡.
Saludos.
P. Esteban
Merino Gómez, sdb.