¡Alégrate¡ Una mujer cualquiera de su tiempo, de una ciudad de
Galilea, llamada Nazaret, una
mujer de nombre: Miriam, María, una joven virgen que estaba comprometida en matrimonio con un
hombre llamado José, de la familia de
David. .. ha recibido una visita, y la palabra que escuchó fue: ¡Alégrate¡ "Alégrate, llena de
gracia, el Señor está
contigo." ¡Alégrate¡ porque Dios entra en
tu vida, como entra en la vida de cada
uno de nosotros, los creyentes, que tenemos nuestra anunciación, cuando descubrimos
nuestra vocación cristiana, laical, religiosa, presbiteral,.. y respondemos, como
dijo María:
"Yo soy la servidora del Señor. Y en la anunciación, en la
vocación, Dios se hace cercano, y hasta, se hace carne de nuestra vida, para
ser engendrado en nuestra existencia y en la de quienes nos rodean. ¡Alégrate¡ Dios
está en tu vida.
Y esta mujer, joven, respondió, aunque
no estaba muy convencida de lo que le estaban pidiendo: "¿Cómo puede ser eso, si yo soy
virgen?" Y es que Dios
no hace, nunca, nada para nosotros sin nosotros. Por eso para hacerse cercano a
nosotros, y no solamente, como lo está en un templo, como el que pensaba
hacerle David, (primera lectura de este domingo). Querían que Dios estuviese cercano
a su Pueblo y por eso pensaba hacerle una casa, un templo, pero Dios, que
siempre nos sorprende desafío nuestra creatividad y se empeño, no en hacerse una
casa, un templo, un edificio, sino hacerse uno de nosotros, Enmanuel, y con
nuestras carne, nuestros ojos y pasos, nuestras manos y dolores, viviendo la
piel que habitamos y hacerse un cuerpo en nuestro cuerpo mortal, para que no
necesitáramos mirar al cielo para encontrar a Dios, sino, cerrar los ojos,
mirar en el corazón y poder encontrarlo, en cada persona al: Dios encarnado. Y
lo hizo. Y lloró por su amigo lázaro y su cuerpo, fue pesebre y sangre, cuna y
cruz, y en Él toda persona se encuentra a sí mismo, cuando encuentra al Hombre
Dios.
Y María lo encontró. La primera.
Aprendió a esperar. Rezo y cantó con su pueblo la esperanza el canto del
Magníficat, con las madres de la esperanza de la gran jornada de la historia de
Israel: la anciana Isabel, madre de Juan, la madre estéril de Sansón, Ana la
madre que llora por el hijo que aún no tiene, imágenes de la Virgen Madre, que
aunque la llamamos, Reina, Señora, Puerta del Cielo,.. ella se llamó a sí misma: "Yo soy la servidora del Señor, hágase en mí tal como
has dicho." Y, no quedó ahí, Se puso en camino y peregrinó,
misionera, a visitar a su prima: también tu parienta Isabel está esperando un hijo en su vejez, y aunque no podía tener familia, se
encuentra ya en el sexto mes del embarazo.
Y sirviendo de forma
solidaria, esperando, de forma activa, sirviendo a su prima y cantando, porque Dios viene.
María espera y canta. María espera y sirve. María espera y se va engendrando en
ella el Hijo del Altísimo, Jesús. Y nosotros, a cuatro días de la Noche Buena
estamos: ¡A
la espera con María, porque Dios viene¡. Saludos.
P. Esteban Merino Gómez, sdb.