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2 may 2015

MINUTO  DOMINICAL

“Conectados con la vid o desconectados y muertos”

03 de Mayo de 2015 - 5º Domingo de Pascua - Ciclo “B” - Evangelio de San Juan  15, 1-8

La despedida que San Juan coloca en la celebración de la Última Cena es un largo discurso que expresa una gran cercanía del Maestro con los Discípulos y, al estilo del banquete del mundo griego, conversan profusamente y discurren los maestros y sus seguidores sobre sus enseñanzas. El diálogo de este domingo parte con una tesis del Maestro: Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. La imagen de la viña es prototípica del Pueblo de Israel, de la asamblea de los creyentes. Dios siempre es el Viñador. La novedad del Maestro es llamarse a sí mismo la vid verdadera y dejar al Padre la tarea del dueño de la viña y la labor del viñador. Pero el ejemplo, en el caso de esta comparación involucra a los creyentes, a los fieles, a los discípulos, al pueblo, a asamblea: Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta, y todo el que da fruto, lo limpia, para que dé más fruto.

La posibilidad de dar fruto está relacionada con la unidad a la fuente de vida, de fuerza, de savia vitalizadora: Permanezcan en mí, como yo en ustedes. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid; así tampoco ustedes si no permanecen en mí. Permanecer es la clave de la posibilidad de fructificar. El paralelo motivador es la misma vida del Maestro, de Jesús y su unidad con el Padre.

Permanezcan en mí. La cercanía, la unidad, la comunicación, comunión, la sintonía, la comunicación de la savia, de la palabra, del sentir, del pensar y discernir del Maestro, es la clave de esta permanencia. Vivida la pascua; habiendo compartido y constatado su presencia como resucitado, el discípulo  inicia una nueva forma de cercanía después de la resurrección: Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes… darán mucho fruto. La clave de la vida cristiana de todo discípulo de Jesús es la cercanía con Él, la comunicación y el contacto vital con el Maestro. No hay creyente sin COMUNICACIÓN CON EL MAESTRO. Comunicación de quien escucha; comunicación de quien le habla; comunicación de quien se identifica con su propuesta y con su mensaje comunicación con su Pan de Vida en la Eucaristía, comunicación con su estrilo de vida en la vida de pareja, en la familia, en la sociedad, en la comunidad, en el trabajo. Comunicación en la defensa de la vida, en el pensar, en el sentir, en el discernimiento de opciones, opiniones y valores. Conectados con la vid, con el Maestro, es lo que da sentido y perspectiva al cristiano en nuestro mundo. De olvidar ésto estaremos desconectados y cortados de la vid, sin la fuente de savia y sin la perspectiva de juicio cristiano para dar fruto. Sin ello seremos podados, cortados, apartados y sin una verdadera vida creyente.

No puede haber vida de fe, vida de discípulo, sin la comunicación, el contacto, con el Maestro. ¿CÓMO ME CONECTO A ÉL EN MI VIDA? Saludos.

P. Esteban Merino Gómez, sdb