
“Llegaron los Magos”
04 de Enero de 2009: Ciclo Anual “B”
Epifanía del Señor: Evangelio de San Mateo 2, 1-12
Epifanía del Señor o Fiesta de los Reyes Magos. En Chile “la Pascua de los Negros”. Esta fiesta tiene su día en el 6 de Enero pero tradicionalmente en Chile es el Domingo después del año nuevo, o la fecha más cercana al día 6. “LOS MAGOS DE ORIENTE”. Los magos nos suenan hoy, a los magos o poderosos de la economía, Bill Gates, o Wal-Mart y su compra de supermercados; tal vez hasta Bernard Madoff y su ‘magia’ para desfalcar a millones: o en Chile el nuevo mago Farkas. ¿Se habrían preocupado y habrían ido a Belén estos magos que he nombrado? No desecho que alguno lo hiciera, por lo menos por curiosidad. Tampoco son los magos del fútbol, o los magos para la lotería o los juegos de azar. Parece que estos Magos eran sabios, astrónomos, buscadores de los signos del universo; personas no satisfechas que levantaban la mirada, buscadores de esperanza, de signos en el cosmos, en el cielo. Estos buscadores no eran cristianos, no lo conocían y no existía en grupo de discípulos que luego serían llamados “cristianos”. Pero en cierto modo sí que ya eran de los de Jesús, pues lo buscaban y querían saber de él. Y Jesús los acepta, no les cierra su Portal, que por otra parte no tenía puertas para ser cerrado, y que nos da el primer mensaje: pueden ir todos, pueden llegar todos, pueden estar con Él aún quienes no lleven el nombre de Cristianos; tienen lugar todas las razas, Dios no es propiedad de nadie. Esto significa Epifanía: manifestación invitación, apertura, recepción de todos los que quieran ir, acercarse a Él.
Epifanía es para nosotros los creyentes que estamos y nos acercamos con los pastores al Portal de Belén. Pero tenemos que acercarnos con un curso de idiomas, para poder recibir y hablar a todas las personas y culturas, pueblos y realidades que están llegando al pesebre. Si tenemos un privilegio es el de abrir las puertas, que no las tiene Belén como hemos dicho, para que todos los demás se enteren y entren, y a la vez aprender de ellos y aceptar a los recién llegados, con sus signos costumbres y formas de ver y mirar a Jesús. Epifanía es, en tiempos de Jesús, la primera globalización; no es por skay o parabólica, es por una estrella, pero allá están enterados de todo y presentes, bien comunicados con Dios, el Dios pequeño, humano y escondido, los sabios buscadores, que no se conforman con sus ciencias y levantan la cabeza “porque hay más”. Y lo encontraron. Epifanía es la fiesta universal de los buscadores: ni Google, Wikipedia, You Tub… los “buscadores” saben encontrar al que ha nacido.
Y Dios se manifestó a ellos. Nunca se oculta a quien lo busca. Y le presentaron lo que muy bien nos representa a todos como humanos: el oro: con su atractivo, poder, injusticia brillo y miseria; incienso: la sumisión, la adoración, la creación de ídolos y los cultos vacíos; mirra: amargura, sufrimiento humano, dolor, esperanza y deseo de liberación. Se ofrecieron a si mismos. A nosotros, a cada persona. Y Jesús entendió que necesitadamente lo estaban esperando. ¿Cuál será su ofrenda? Saludos.
P. Esteban Merino Gómez, sdb.
04 de Enero de 2009: Ciclo Anual “B”
Epifanía del Señor: Evangelio de San Mateo 2, 1-12
Epifanía del Señor o Fiesta de los Reyes Magos. En Chile “la Pascua de los Negros”. Esta fiesta tiene su día en el 6 de Enero pero tradicionalmente en Chile es el Domingo después del año nuevo, o la fecha más cercana al día 6. “LOS MAGOS DE ORIENTE”. Los magos nos suenan hoy, a los magos o poderosos de la economía, Bill Gates, o Wal-Mart y su compra de supermercados; tal vez hasta Bernard Madoff y su ‘magia’ para desfalcar a millones: o en Chile el nuevo mago Farkas. ¿Se habrían preocupado y habrían ido a Belén estos magos que he nombrado? No desecho que alguno lo hiciera, por lo menos por curiosidad. Tampoco son los magos del fútbol, o los magos para la lotería o los juegos de azar. Parece que estos Magos eran sabios, astrónomos, buscadores de los signos del universo; personas no satisfechas que levantaban la mirada, buscadores de esperanza, de signos en el cosmos, en el cielo. Estos buscadores no eran cristianos, no lo conocían y no existía en grupo de discípulos que luego serían llamados “cristianos”. Pero en cierto modo sí que ya eran de los de Jesús, pues lo buscaban y querían saber de él. Y Jesús los acepta, no les cierra su Portal, que por otra parte no tenía puertas para ser cerrado, y que nos da el primer mensaje: pueden ir todos, pueden llegar todos, pueden estar con Él aún quienes no lleven el nombre de Cristianos; tienen lugar todas las razas, Dios no es propiedad de nadie. Esto significa Epifanía: manifestación invitación, apertura, recepción de todos los que quieran ir, acercarse a Él.
Epifanía es para nosotros los creyentes que estamos y nos acercamos con los pastores al Portal de Belén. Pero tenemos que acercarnos con un curso de idiomas, para poder recibir y hablar a todas las personas y culturas, pueblos y realidades que están llegando al pesebre. Si tenemos un privilegio es el de abrir las puertas, que no las tiene Belén como hemos dicho, para que todos los demás se enteren y entren, y a la vez aprender de ellos y aceptar a los recién llegados, con sus signos costumbres y formas de ver y mirar a Jesús. Epifanía es, en tiempos de Jesús, la primera globalización; no es por skay o parabólica, es por una estrella, pero allá están enterados de todo y presentes, bien comunicados con Dios, el Dios pequeño, humano y escondido, los sabios buscadores, que no se conforman con sus ciencias y levantan la cabeza “porque hay más”. Y lo encontraron. Epifanía es la fiesta universal de los buscadores: ni Google, Wikipedia, You Tub… los “buscadores” saben encontrar al que ha nacido.
Y Dios se manifestó a ellos. Nunca se oculta a quien lo busca. Y le presentaron lo que muy bien nos representa a todos como humanos: el oro: con su atractivo, poder, injusticia brillo y miseria; incienso: la sumisión, la adoración, la creación de ídolos y los cultos vacíos; mirra: amargura, sufrimiento humano, dolor, esperanza y deseo de liberación. Se ofrecieron a si mismos. A nosotros, a cada persona. Y Jesús entendió que necesitadamente lo estaban esperando. ¿Cuál será su ofrenda? Saludos.
P. Esteban Merino Gómez, sdb.