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11 abr 2009

MINUTO DOMINICAL

“¿Dónde está?.. …No teman: ha vencido la Vida”
11-12 de Abril de 2009: Ciclo Anual “B”
Solemnidad de la Pascua de Resurrección del Señor.

Evangelio de la Vigilia: San Marcos 16, 1-8; Misa el Día: Jn 20, 1-9:
Misa Dominical Vespertina: Lc 24, 13-35

Es de madrugada, está clareando. Todavía está oscuro (Jn 20; 1). Es domingo. El primer día de la semana (Jn 20,1). Pasado el sábado (Mc 16,1). Han perdido a la persona amada, a la persona en quien creían, a quien les ha dado una nueva esperanza. María Magdalena, María la madre de Santiago y Salomé (Mc 16, 1). Van de muerte. No habían tenido tiempo ni de terminar los ritos funerarios embalsamatorios. No habían podido ir al cementerio, despedirse y dejarlo en su paz. Tristeza, desolación. Caminan en silencio. No hay nada que conversar, todo se ha dicho; juntas han vivido el fin de semana de muerte. Las preocupaciones se refieren a lo inmediato: Se decían entre ellas: “¿Quién nos correrá la piedra del sepulcro? (Mc 16, 3). ¿Se han llevado del sepulcro al Señor y no sé dónde lo han puesto? (Jn 20, 2). Aquel mismo día, por la tarde, dos de ellos.., uno llamado Cleofás, iban a un pueblo que distaba unos once quilómetros, llamado Emaús. (Lc 24, 13.18). Cae la tarde. El regreso a su aldea es triste. Lo de Jesús de Nazaret, que era un profeta.. …Nosotros teníamos la esperanza… Pero ya hace tres días que pasó todo esto (Lc 24, 19.21). Tres mujeres; un matrimonio; varios discípulos encerrados, pensando que los siguientes en la ejecución serían ellos. Pedro ya lo había temido cuando al lado del fuego, el viernes santo, una mujer lo había señalado como parte del grupo: ‘éste también es galileo’, y lo negó temblando de miedo. Se retiran a su casa; se encierran en el silencio de la familia, como quien ha dejado en el sepulcro al ser querido. La vida continuará. Una esperanza que había nacido: murió. Seguirán esperando.

Un pequeño grupo de mujeres. Un matrimonio. Unos discípulos aterrorizados, muy poco dados a confiar en historias y sensaciones inventadas. Unos evangelistas, que en comunidades distantes entre sí, nos dejan relatos, experiencias, testimonios, de lo visto y escuchado. Todos coinciden: Al entrar al sepulcro… Miren el lugar dónde lo habían puesto (Mc 16, 5-6). Se asomaron y vieron las vendas… ve las vendas en el suelo; vio las vendas y en suelo.. el sudario.. (Jn 20, 5.7) El sepulcro está vacío. Las mujeres, los discípulos, lo ven y testimonian. ¿Dónde está? ¿Se lo habrían robado? ¿Se atrevería alguien entre los judíos a robar un cuerpo quedando impuro? (Lv 10, 4-5; 11, 22-39) ¿Lo habrían enterrado bajo el Templo de Jerusalén, y lo más impuro como un cadáver, que contagia impureza, y estaría en los cimientos de lo más sagrado para Israel como es el Templo?. Respuesta es unánime. Todos los protagonistas de esta historia la ratifican: No teman. Ustedes buscan a Jesús de Nazaret, el Crucificado. Ha resucitado, no está aquí (Mc 16,6) .. No habían comprendido que él debía resucitar de entre los muertos (Jn 20, 9) ¡Es verdad¡ ¡El Señor ha resucitado¡ (Lc 24, 24). Ya no vuelven a sus casa. Las Marías y Salomé corren a comunicarlo a los otros discípulos. Los mismos apóstoles, Pedro y Juan corrían al sepulcro, y verifican lo que escuchan. Marcos, Juan, Lucas, Pedro, Cleofás, los 11 reunidos, Pablo, 500 personas (1 Cor 15, 1-8), han encontrado la respuesta. ¿Dónde de está?: Ha resucitado. Ha vencido a la muerte. Ha vencido la Vida. ¡Feliz Vida Nueva, hermano bautizado¡

P. Esteban Merino Gómez, sdb.