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7 mar 2015

MINUTO DOMINICAL
“¡La alegría del encuentro¡”

08 de Marzo de 2015. Tercer Domingo de Cuaresma. Ciclo “C”
Evangelio de San Juan   2, 13-25

En el camino cuaresmal entramos en la tercera semana de cuaresma. En estas semanas será San Juan quien nos acompañe hasta la pascua. Entramos en el Templo con Él, como lo hicimos en el día de nuestro bautismo cuando fuimos, muchos de nosotros, recibidos en la puerta del templo y acogidos en la comunidad de la Iglesia: templo que acoge a los creyentes.

Se acercaba la Pascua. El Maestro sube a Jerusalén para celebrarla. Nosotros vamos con Él. Entramos en el templo judío de Jerusalén reconstruido después de haber sido destruido la primera vez. El Maestro se siente en su casa, como nosotros nos sentimos en nuestra casa cuando vamos a nuestros tempos, a nuestras iglesias, especialmente el día Domingo, Día del Señor. Pero el Maestro reacciona de una forma muy crítica. Para su Templo, el Templo, su Casa, piensa otra cosa y otro servicio: es el lugar de encuentro con Él, lugar para escuchar su Palabra, lugar de silencio, lugar de oración, lugar de súplica orada y cantada, lugar de meditación. Y reacciona condenando el mal uso de su Casa: El celo de tu Casa me consume. Su acción de desaprobación es inmediata y explícita: Saquen todo esto de aquí. Este espacio es particular y tiene una finalidad exclusiva: nuestra relación cúltica con el Señor. Espacio de encuentro con Él y encuentro con la comunidad.

Pero el templo no son paredes, muros, imágenes, arquitectura y la belleza natural que el espacio de culto tenga. El Templo es el Maestro mismo en su vida, sus actitudes y sus acciones. Pero Él se refería al templo de su cuerpo. A su persona. Por eso cuando Jesús resucitó recordaron que Él había dicho esto, y creyeron en Él. Es Cristo mismo, el Maestro, el verdadero templo de nuestra fe. Donde encontramos a Dios es el lugar de encuentro con Dios, lugar para escuchar su Palabra, mensaje del Reino, lugar de silencio para escuchar sus propuestas de vida, lugar de oración, de conversación con Él, a quien suplicamos, oramos y cantamos, lugar de meditación, tratando de interpretar sus propuestas para cada uno, cada una de nosotros.. El Templo, La Casa de Dios, es el Maestro, lugar donde nos encontramos en la fe, en la oración, en los sacramentos, en la vida de cada día.

Por eso que si no nos hemos encontrado con Él, si no hemos entrado en su vida, si no nos hemos adentrado en su mensaje y respondido a su invitación no somos creyentes, no somos discípulos, no somos sus seguidores. Por eso la necesidad del encuentro personal, adulto, con el Maestro, con su persona y mensaje, con el verdadero Templo de Dios, pues aunque hayamos entrado en el templo-iglesia en el bautismo, aún estamos fuera, lejos, deambulando por nuestra historia sin el  referente de Cristo, el Maestro. Podemos estar hablando y suponiendo que estamos en su templo pero no estamos con Él ni siguiendo sus enseñanzas. Siempre se me parece esta situación ala novio o la novia que se casase sin saber con quién se casa, sin haberlo o haberla visto nunca, sin haber hablado nunca personalmente, sin conocer quién es y cómo es, sin haber conversado, con tiempo, con pausa, con atención y haber escuchado lo que tienen que contarse, sin conocer sus historia, su grandes motivaciones  y opciones. Es decir estar casad@ con un desconocid@. Muchos bautizados estamos casados, comprometidos, con un desconocido. Nunca hemos entrado en el corazón de su vida, de su mensaje, en su casa, sin saber lo que nos pide para ser sus discípulos. Estamos casados, comprometidos, si es que eso es posible, con un desconocido. Por eso los mandamientos, primera lectura, nos parecen una exigencia injusta y una carga: yo nunca elegí eso, y los rechazamos. No podemos comprometer nuestra vida con un desconocido.

Por eso la necesidad de encontrarme con Él y decidirme a seguirlo. Solamente en la alegría del encuentro con el Maestro, de adentrarme en Él, Templo del Padre y Templo de la Comunidad de los discípulos, podré vivir su Pascua y  Él habitará y vivirá en mí. Y como dice el papa Francisco, sólo entonces viviré la alegría del Evangelio. Tercera semana de cuaresma: es el momento de dedicar un tiempo en la semana para un verdadero encuentro personal con Él. ¡Dese la oportunidad¡ Saludos.


P. Esteban Merino Gómez, sdb.