“Culpables, inactivos,
responsables”
28 de Febrero de 2016 – Tercer Segundo de Cuaresma - Ciclo Dominical “C” – Evangelio de San Lucas 13, 1-9
En la “cuenta atrás” de la cuaresma seguimos revisando nuestra vida y cómo estamos viviendo nuestro compromiso cristiano. En medio de nuestros caminos de cada día, con dificultades y sufrimientos, como el pueblo de Israel en Egipto, a quien Dios saca y libera de su situación, imagen del bautismo, nos dirá Pablo, que nos motiva a ser agradables a Dios y no rebelarnos como Israel en el desierto.
El Maestro
lanza dos preguntas sobre el juicio de Dios y la responsabilidad de las
personas y sobre sus acciones. Lo primero que hay que deslindar es la unión
entre catástrofes, enfermedades, y acciones personales, consideradas las
primeras como castigo de Dios, o lección al estilo de “para que aprendas” y la
responsabilidad ética y moral de nuestras acciones y actitudes delante de Dios,
especialmente respecto a nuestros errores, faltas o pecados y lo que nuestra
conciencia y discernimiento nos expresa y el juicio de Dios sobre ellos. ¿Creen ustedes
que esos galileos sufrieron todo esto porque eran más pecadores que los demás?...
¿O creen que las dieciocho personas que murieron cuando se desplomó la torre de
Siloé, eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén?. Les aseguro
que no. Más allá de estas dos experiencias, que no son castigo
directo de Dios, como si los fallecidos fueran más pecadores que las demás
personas, la pregunta, de forma indirecta, resalta la responsabilidad y el
carácter universal de ser pecadores de
toda persona. La conclusión de estas dos preguntas es el motivo central del
Relato: Si
ustedes no se convierten, todos acabaran de la mima manera.
Conversión.
Cambio. Tema central de la cuaresma. La llamada
a la conversión es el tema de este domingo. Y si alguno de nosotros pudiera considerarse justo
delante de sí mismo y delante de Dios, Jesús hace estas dos preguntas y su
máxima final: Si
ustedes no se convierten, todos acabaran de la mima manera. ¿Me
cuesta asumir mis errores, reconocer mis
faltas, confesar mis pecados? Pereciera que es la convicción de los oyentes del
Maestro. ¡Esos, ellos, los que murieron por la ejecución de Pilatos, los que
perecieron por la caída de la torre, esos sí que eran pecadores y Dios los
castigó¡. Pero ¡nosotros no¡, ¡yo no¡. Y nos exculpamos y resistamos a asumir y
confesar nuestro pecado. Nos creemos
justos, santos,.. y aunque nos cayera una torre, no nos consideraríamos
pecadores. El primer cambio, conversión, se refiere a nuestras acciones equivocadas,
erróneas realizadas, de las que somos culpables.
La segunda
exigencia del maestro, no se refiere a lo que hemos hecho mal, sino a lo bueno
que hemos dejado de hacer, como la higuera que no da frutos; que no ha hecho
aquello que debía, que se esperaba de ella. ¡Hace tres años que vengo a buscar frutos
en esta higuera y no los encuentro¡ Es el pecado de inactividad, de
pasar de largo, de no comprometerse, de omisión, de dejadez, de olvido,.. de lo
que raramente solemos sentirnos culpables, aceptarlo, confesarlo, y sentir la
vergüenza de haber hecho algo mal. Simplemente no hemos hecho lo que debíamos y
no tenemos conciencia de haber errado, pecado, de haber sido infieles. La
omisión de deberes o compromisos nos cuesta más todavía y ser conscientes de lo
no cumplido y asumir nuestra falta no nos resulta fácil.
Es necesario,
en este domingo, revisarnos. Considerarnos inocentes y santos es mentira y
soberbia. Asumir nuestro pecado nos cuesta, pero es lo justo, frente a nosotros mismos, frente a nuestra conciencia
y frente a Dios. ¡Somos culpables¡. Delante del juicio del Maestro a la higuera
no podemos considerar que hemos hecho todo lo que debíamos y podíamos hacer. No
siempre hemos dado frutos. Somos inactivos y nuestro pecado es la inoperancia,
pecado de omisión. En el camino cuaresmal de conversión somos responsables de
nuestra vida, de nuestros errores y pecados y de nuestra inoperancia falta de
compromiso, de pasar de largo; de pecado
de omisión. Culpables,
pecadores; inoperantes, pecadores por omisión. Responsables, llamados a la
conversión en este tiempo de Cuaresma. Saludos.
P.
Esteban Merino Gómez, sdb.