“El nombre de Dios es
misericordia”
06 de
Marzo de 2016 – Cuarto domingo de
Cuaresma - Ciclo Dominical “C” – Evangelio de San Lucas 15,
11-32
Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre. (Misericordiae
Vultus 1). Esta frase con la que el papa
Francisco inicia al Bula de Convocación del Año de la Misericordia esta
sintetizada en el evangelio que hoy proclamamos: la parábola del Hijo Prodigo o
parábola de los Dos Hijos, el Rostro de la Misericordia del Padre.
El relato del Evangelio
es provocado por las críticas y condenas de los fariseos y escribas, por las
actitudes novedosas, chocantes, impactantes, casi escandalosas, contracultura,
del Maestro con los más marginados y empecatados: Todos los publicanos y pecadores se
acercaban a Jesús para escucharlo. Pero los fariseos y los escribas murmuraban
diciendo: “Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos” Y el
Maestro nos contó la más linda parábola que nunca había narrado: Un hombre tenía
dos hijos. Así es como mejor puede llamarse esta parábola: la
parábola de los dos hijos.
Un hombre tenía dos hijos…
La foto que
hoy ilustra el comentario nos ayuda a “hacer el camino" que hizo el hijo
pródigo. El
menor de ellos dijo a su padre: “Padre, dame la parte de la herencia que me
corresponde” Y recibió la bolsa con sus bienes y se fue. Con su
caballo partió levantando sus manos como diciendo: ¡soy libre¡ Pocos días
después recogió todo lo que tenía y se fue a un país lejano. Allá no
estaba, lejos, libre, ni bajo la mirada
del padre ni la competencia de su hermano. Le parecía que ¡por fin¡ lograba su meta en aquél lugar
desconocido. Todo dependía de él mismo y nadie lo controlaba ni exigía nada. Malgastó sus
bienes en una vida inmoral. Ya había malgastado todo cuando sobrevino mucha miseria
en aquel país, y comenzó a sufrir privaciones. La vida no era lo
esperado, lo que superficialmente aparecía. Todo cambió. Había que sobrevivir a
toda costa y cualquier forma de ganarse la vida era válida y se puso al
servicio de uno de los habitantes de esa región, que lo envió a su campo a
cuidar cerdos. Todo era negro. La cabeza inclinada y oscuro el horizonte. Una
pequeña luz se veía en la casa, pero no era su casa, y en ella no estaba su
padre a quien había abandonado. Volver y
vivir como antes sería un sueño. ¿Volver? ¿Sería posible?, ¿me recibiría mi
padre? En sus dudas y, sobre todo en sus necesidades, la necesidad era más
grande, y pensando en las seguridades de las que gozaba en la casa del padre,
inició el camino de regreso. Ahora mismo iré a la casa
de mi padre y de dirá: Padre, pequé contra el Cielo y contra ti. Y
comenzó a caminar con la vergüenza penándole, con las piernas que se le
doblaban temiendo un posible rechazo, pero vislumbrando un amanecer, una tenue
esperanza,.. pero con dudas. Entonces partió y volvió a la casa de su padre.
Ya se acercaba y le pareció ver
alguien a la puerta de a casa.
Se paró un momento, y con el corazón en la mano, se decidió a
enfrentar las consecuencias de su partida.
Pero el Padre estaba en
una actitud que a todos sorprendió. Y de aquí nace que hasta le hayamos puesto un
nuevo nombre bautizándolo como Dios es misericordia, con las palabras del
libro de la entrevista dada por el papa Francisco: El nombre de Dios es misericordia.
El hijo pródigo hizo todo lo que había pensado y ensayado todo el viaje de
regreso: Padre,
pequé contra el Cielo y contra ti. Trátame como a uno de tus jornaleros. El Dios Misericordia cuando
todavía estaba lejos, lo vio, se conmovió profundamente, corrió a su encuentro, lo abrazo y lo beso. La
fiesta que luego preparó fue digna de recuerdo. El relato del Maestro nos dejó
a todos callados y admirados. Pero no había terminado; les cuento resumido:
había otro hijo, el otro hermano, pero este no tenía en corazón misericordioso
del Padre y no quiso entrar a la fiesta. Se quedó fuera. No compartió la
alegría de la vuelta de su hermano. El Padre triste salió a buscarlo, el Dios
Misericordia no está tranquilo cuando le falta un hijo. La fiesta
fue agridulce ¡Faltaba uno¡ y el Dios Misericordia seguía esperando. ¿Es
usted o yo el que falta por entrar? ¿El hijo pródigo o el hijo mayor? Dios
Misericordia sigue esperando. Saludos. P.
Esteban Merino Gómez, sdb.