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2 jul 2016

MINUTO DOMINICAL

“¡Vayan! ¡Dios está cerca¡”  

                                                                                       

      03 de julio de 2016 – 14° Domingo Ordinario                                                                            
 Ciclo Dominical “C” –  San Lucas  10, 1-12. 17-20


 ¡Vayan¡ Muchas veces habíamos ido nosotros con Él y Él siempre iba delante, el primero, con nosotros y éramos nosotros quienes  lo acompañábamos a Él. Este ¡Vayan¡ es  nuevo, y nos pasó la iniciativa a nosotros: ¡Vayan¡. No estábamos solamente los 12 sino que había mucha más gente y el Maestro invitó a todos: El Señor  designó a otros setenta y dos, además de los Doce, y los envió de dos en dos para que lo precedieran a en todas las ciudades y sitios adonde Él debía ir. Y el mandato fue claro: ¡Vayan¡

¿Qué deben llevar? No lleven demasiadas cosas mundanas, dice el papa Francisco, lleven el mensaje del Maestro el mensaje del Reino de Dios. No lleven dinero, ni provisiones, ni calzado. ¡Que nada les dificulte, sea una carga, les obstruya, para el anuncio del Reino de Dios¡ Sáquense  de encima todo lo que es una carga que oscurece, oculta, empaña, el anuncio de la Buena Nueva que llevan. Sáquense todo lo que es antievangelio en sus actitudes, en sus conductas, en sus comportamientos, que niega la Palabra de Dios que llevan.
¿Qué deben llevar? En anuncio de la Buena Noticia. El Reino de Dios está cerca de ustedes. El Reino de Dios está cerca de ustedes. Dios está cerca. Dios nunca los olvida. Dios, por Cristo hecho hombre, Rostro de la Misericordia, es el Buen pastor cercano, que nos guía, siempre va delante y acompaña, especialmente, cuando pasamos por situaciones, experiencias, sendas o caminos oscuros en los que nos parece imposible  encontrar la salida. ¡Dios está cerca¡ y es el compañero de camino. Levante la mirada y lo descubrirá a su lado como los discípulos de Emaús.
¿Qué debemos llevar? Llevemos el gozo de la  fe. Los setenta y dos volvieron y le dijeron llenos de gozo: “Señor, hasta los demonios se nos someten en tu Nombre”. Encontraron la alegría del Evangelio, la dicha de anunciarlo y descubrieron la fuerza de Dios en los momentos de dificultad. Lleven la paz de Dios. Al entrar a una casa, digan primero: ¡Que descienda la paz a esta casa¡.
¿A quién debemos ir? ¡Vayan¡…  y los envió de dos en dos para que lo precedieran a en todas las ciudades y sitios adonde Él debía ir. .. Al entrar en una casa…  Vayan de casa en casa, de pueblo en pueblo, de ciudad en ciudad. Vayan y lleven con ustedes el Reino de Dios y su alegría; con su esposo o esposa, con sus hijos, con sus vecinos, con los  conocidos o desconocidos, vecinos,  de su calle o pasaje, con los compañeros o compañeras de trabajo, con las familias conocidas del colegio de sus hijos, con quienes habla por teléfono, con quienes chatea a quienes les envía menajes de texto, con todas la personas que se encontrará  a lo largo de la semana. ¡Vaya¡
¿Nos escucharán? Si no los escuchan, díganles igual: Sepan, sin embargo, que el Reino de Dios está cerca. Hay que anunciarles la Buen Nueva igual, comprenderlos, aceptarlos y orar por ellos. La tarea es comunicar la Palabra. La respuesta no nos corresponde a nosotros evaluarla sino al dueño de  la mies, a quien pedimos: ¡Envía trabajadores  para la cosecha¡
 Y no se cansen, alégrense más bien de que sus nombres estén escritos en el cielo. Así sea. Saludos.

P. Esteban Merino Gómez, sdb