“¡Vayan! ¡Dios está cerca¡”
03
de julio de 2016 – 14° Domingo Ordinario
Ciclo Dominical “C” – San Lucas 10, 1-12. 17-20
¡Vayan¡ Muchas veces habíamos ido nosotros con Él y Él
siempre iba delante, el primero, con nosotros y éramos nosotros quienes lo acompañábamos a Él. Este ¡Vayan¡ es nuevo,
y nos pasó la iniciativa a nosotros: ¡Vayan¡. No estábamos solamente los 12 sino que
había mucha más gente y el Maestro invitó a todos: El Señor
designó a otros setenta y dos, además de los Doce, y los envió de dos en
dos para que lo precedieran a en todas las ciudades y sitios adonde Él debía
ir. Y el mandato fue claro: ¡Vayan¡
¿Qué deben llevar? No lleven demasiadas cosas mundanas, dice el papa Francisco, lleven
el mensaje del Maestro el mensaje del Reino de Dios. No lleven dinero, ni provisiones, ni
calzado. ¡Que nada les dificulte, sea una carga, les obstruya, para
el anuncio del Reino de Dios¡ Sáquense
de encima todo lo que es una carga que oscurece, oculta, empaña, el
anuncio de la Buena Nueva que llevan. Sáquense todo lo que es antievangelio en
sus actitudes, en sus conductas, en sus comportamientos, que niega la Palabra
de Dios que llevan.
¿Qué deben llevar? En anuncio de la Buena Noticia. El Reino de Dios está cerca de
ustedes. El
Reino de Dios está cerca de ustedes. Dios está cerca. Dios nunca los
olvida. Dios, por Cristo hecho hombre, Rostro de la Misericordia, es el Buen
pastor cercano, que nos guía, siempre va delante y acompaña, especialmente,
cuando pasamos por situaciones, experiencias, sendas o caminos oscuros en los
que nos parece imposible encontrar la
salida. ¡Dios está cerca¡ y es el compañero de camino. Levante la mirada y lo
descubrirá a su lado como los discípulos de Emaús.
¿Qué debemos llevar? Llevemos el gozo de la fe. Los setenta y
dos volvieron y le dijeron llenos de gozo: “Señor, hasta los demonios se nos
someten en tu Nombre”. Encontraron la alegría del Evangelio, la
dicha de anunciarlo y descubrieron la fuerza de Dios en los momentos de
dificultad. Lleven la paz de Dios. Al entrar a una casa, digan primero: ¡Que descienda
la paz a esta casa¡.
¿A quién debemos ir? ¡Vayan¡…
y los envió de dos en dos para que lo precedieran a en
todas las ciudades y sitios adonde Él debía ir. .. Al entrar en una casa… Vayan de casa en casa, de pueblo
en pueblo, de ciudad en ciudad. Vayan y lleven con ustedes el Reino de Dios y
su alegría; con su esposo o esposa, con sus hijos, con sus vecinos, con
los conocidos o desconocidos,
vecinos, de su calle o pasaje, con los
compañeros o compañeras de trabajo, con las familias conocidas del colegio de
sus hijos, con quienes habla por teléfono, con quienes chatea a quienes les
envía menajes de texto, con todas la personas que se encontrará a lo largo de la semana. ¡Vaya¡
¿Nos escucharán? Si no los escuchan, díganles igual: Sepan, sin embargo, que el Reino de Dios
está cerca. Hay que anunciarles la Buen Nueva igual, comprenderlos,
aceptarlos y orar por ellos. La tarea es comunicar la Palabra. La respuesta no
nos corresponde a nosotros evaluarla sino al dueño de la mies, a quien pedimos: ¡Envía trabajadores para la cosecha¡
Y no se
cansen, alégrense
más bien de que sus nombres estén escritos en el cielo. Así sea.
Saludos.
P.
Esteban Merino Gómez, sdb