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16 jul 2016

MINUTO DOMINICAL

“¡Hay tiempo para todo¡”                                                        
 17 de julio de 2016 – 16° Domingo Ordinario                                                          
Ciclo Dominical “C” –  San Lucas  10, 38-42

Desde siempre son las dos actitudes que muestran y ejercitan la vida cristiana, los dos rasgos centrales de la espiritualidad, los dos brazos de la cruz, el momento de la escucha y de la oración, la acción y compromiso, en al lectio, los dos ingredientes con los que se va tejiendo nuestra vida de fe: el contacto directo con el Señor en la escucha de su palabra, en la oración y la acción, el servicio, las actitudes y acciones que hacen efectiva, con el prójimo, la fe que proclamamos. Marta y María. La diaconía y servicio, el tiempo de  silencio, de escucha y oración, sentados, con paz, delante del Maestro.

¿Es Marta más moderna y actual en un tiempo tan acelerado, activo y desafiante como el nuestro? : «Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el servicio? Dile que me eche una mano.»… «Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas; sólo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor, y no se la quitarán.» Imaginemos una familia en la hora de la tarde. Todos legan con prisa a la casa, del colegio, del trabajo, de las tareas cotidianas; los jóvenes  quieren ir a visitar a sus amigos, están con su teléfono en las manos; todos están ocupados. Llegan a la casa y están más acelerados y urgidos que María. No tenemos tiempo para vivir. El papa francisco lo recuerda en su carta sobre la familia: el ritmo de vida actual, el estrés, la organización social y laboral, porque son factores culturales que ponen en riesgo la posibilidad  de opciones permanentes de matrimonio (33)… entre otras causas, porque los padres llegan a su casa cansados y sin ganas de conversar, en muchas familias ya ni siquiera existe el hábito de comer juntos, y crece una gran variedad de ofertas de distracción además de la adicción a la televisión. Esto dificulta la transmisión de la fe de padres a hijos. Otros indicaron que las familias suelen estar enfermas por una enorme ansiedad. Parece haber más preocupación por prevenir problemas futuros que por compartir el presente. (50) No tenemos  tiempo para vivir; no tenemos tiempo para la familia; no tenemos tiempo para Dios. No tenemos un minuto de pausa para sentarnos, revisar nuestra vida y poder escucharlo en un momento de silencio. Ni para una pausa dominical para le eucaristía. No tenemos tiempo en la tarde del domingo para la familia,… «Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas; sólo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor, y no se la quitarán.» 


            ¿Es María la anticuada, ajena a nuestro mundo, por darse un tiempo de silencio delante de Dios? ¿Es que no valora el servicio que el Maestro pide: lo que hagan a uno de estos pequeños lo hacen conmigo? ¿Tendría tiempo María de hacer esto en nuestras familias, en nuestra casa?. Es cierto  que nos parece más difícil en nuestra época, tan acelerada, sentarnos y hacer una pausa para escuchar al Señor. Es una de nuestras carencias y necesidades. Por ello que nos olvidamos de Él, desconocemos su Palabra, nos alejamos de la comunidad cristiana, nos aislamos de los demás y de Dios. ¿Es porque somos muy solidarios y estamos siempre pendientes de los demás  como buenos samaritanos? Creo que no es así. No es la preocupación por el servicio a los demás lo que nos ocupa y preocupa hasta el grado de olvidarnos de orar en familia o personalmente, de participar en la eucaristía, de leer y escuchar la Palabra de Dios, individualmente o en la comunidad. Simplemente lo estamos olvidando, no lo consideramos indispensable, no tenemos la costumbre de hacerlo y nuestra fe se debilidad y se muere. Marta y María viven juntas. Marta y María deben vivir juntas: escuchar al Señor y conversar con Él en la oración; servirle a la mesa y servirlo en los necesitados. Marta y María son hermanas. Las dos tienen que estar presente en la casa de la Iglesia, en la casa de la comunidad, en nuestras casas; en la casa de mi vida. ¡Hay tiempo para todo¡ Si una de ellas falta, falta un brazo de nuestra fe. ¿Qué brazo le está faltando, que brazo me está faltando?. Saludos.


P. Esteban Merino Gómez, sdb