“¡Señor, enséñanos…a orar¡”
24
de julio de 2016 –
Domingo Ordinario
Ciclo Dominical “C” – San Lucas 11, 1-13
Un día Jesús estaba orando en cierto lugar, y cuando
terminó, uno de sus discípulos le dijo: “Señor, enséñanos a orar” El
Maestro se apartaba con frecuencia a conversar, a comunicarse con el Padre.
Orar es un contacto, una relación de cercanía, de confianza, de escucha y
repuesta a Dios, al Señor. “Señor, enséñanos a orar”,
enséñanos a hacer silencio, a
escuchar, a hacer una pausa en nuestro día, a darnos un
tiempo.
Enséñanos a
mirarnos en el interior de nuestra vida, a mirarte a Ti en nuestra conciencia, a
mirar el dolor ajeno, a darte la palabra en nuestra vida, a escuchar tu voz, a aprender a orar en ciertos momentos escuchando la Palabra del
Señor. Enséñanos a dar
gracias, a orar al Padre: No hay otro camino de oración cristiana que Cristo. Sea
comunitaria o individual, vocal o interior, nuestra oración no tiene acceso al
Padre más que si oramos “en el Nombre” de Jesús. Jesús es, pues, el camino por
el que el Espíritu Santo nos enseña a orar a Dios nuestro Padre. Enséñanos a orar
a Jesús: La oración de la Iglesia, alimentada por la palabra de Dios y por
la celebración de la liturgia, nos enseña a orar al Señor Jesús.
Enséñanos a
orar con palabras y con el silencio, a orar con el silencio interior. A orar al
Espíritu Santo: cada vez que en la oración nos
dirigimos a Jesús, es el Espíritu Santo quien, con su gracia nos atrae al
camino de la oración. La forma tradicional para pedir el Espíritu es invocar al
Padre por medio de Cristo nuestro Señor para que nos dé el Espíritu Consolador.
Enséñanos
a orar con María: María es la orante perfecta, figura de
la Iglesia. En virtud de su cooperación singular con la
acción del Espíritu Santo, la Iglesia ora también en comunión con la Virgen
María para ensalzar con ella las maravillas que Dios ha realizado en ella y
para confiarle súplicas y alabanzas.
Enséñanos
a pedir por los demás, a pedir perdón, a
orar con los hermanos, a orar por los hermanos, a orar entre hermanos, a orar
con las palabras: La oración vocal es un elemento
indispensable de la vida cristiana. La
oración vocal es la oración por excelencia de las multitudes por ser exterior y
tan plenamente humana. Enséñanos
a orar en familia: La familia
cristiana es el primer lugar
de la educación en la oración. A orar en comunidad, A orar meditando: la meditación es, sobre todo, una búsqueda. Meditar lo que se lee
conduce a apropiárselo confrontándolo consigo mismo.
Enséñanos
a orar en el templo: Los
lugares más favorables para la oración son nuestra habitación o casa, o sala
familiar, los monasterios, los santuarios de peregrinación y, sobretodo, el
templo que es el lugar propio de la oración litúrgica para la comunidad
parroquial y el lugar privilegiado de la adoración eucarística. Enséñanos a orar en la casa
Enséñanos a
orar con la Oración del Señor, el Padre Nuestro, la Oración del Maestro. La
Oración bíblica por excelencia. A orar despacio, pensando en cada una de sus palabras
al pronunciarla. A orar en la Eucaristía.
A reconocer nuestro pecado en humilde petición, a pedir perdón, a llamarte
Padre, a llamarte Padre Nuestro salimos del individualismo; a ser humildes para orar, a orar desde el corazón.
Enséñanos a
orar por otros. La oración de mediación
como Abraham. A orar como Jesús: Un día Jesús estaba
orando en cierto lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo:
“Señor, enséñanos a orar” ¿No
es acaso, al contemplar a su Maestro en oración, cuando el discípulo de Cristo
desea orar? Entonces, puede aprender del Maestro de oración. Contemplando y escuchando al Hijo, los hijos
aprenden a orar al Padre. Padre, santificado sea tu nombre.. Amén. Saludos.
P. Esteban Merino Gómez, sdb.
P. Esteban Merino Gómez, sdb.