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30 jul 2016

MINUTO DOMINICAL

“¡Riquezas y seguridades¡”                                                                                                                                



 31 de julio de 2016 –  18° Domingo Ordinario
 Ciclo Dominical “C” – San Lucas  12, 13-21

Cada día de nuestra vida tiene sus tareas y desafíos. Cada jornada vamos haciendo nuestra historia y vamos desarrollando lo propio que  nos compete o buscamos hacer aquello que estimaríamos que nos corresponde o que necesitamos hacer para responder a la exigencia cotidiana de nuestras necesidades personales, de nuestra familia,  de la sociedad de la que formamos parte. Cada jornada necesitamos y nos ocupamos en responder al logro de los medios básicos para vivir, de lo que hemos hecho nuestra profesión, de lo que vivimos como vocación, de la tarea que nos ha sido encomendada y que asumimos  como nuestra propia. Trabajar, ganarse un sueldo o salario; reunir los medios para nuestra subsistencia  y la de aquellos que están a nuestro cargo. Servir en mi tarea o empresa, aportar a ella, ganarme la vida y ser productivo(a) para mí y para los demás. En ello se juega mi historia, mi dignidad humana y mi fe.

Ciertamente que ello se entreteje en el laberinto de nuestra sociedad y me obliga  a decidir y discernir sobre lo que necesito. ¿Qué es indispensable, qué es necesario, qué es digno, qué es superfluo, qué es un lujo, qué es ostentación, qué es insensibilidad y/o desprecio de los demás, …en mi vida y en lo que tengo o poseo?. Y a la hora de responderme mi criteriología, mi juicio, mi conciencia, me hace patente, me hace ver con claridad, lo que siento que es indispensable, necesario, justo y aquello de lo que me he ido rodeando, que  poco a poco me envuelve y que, por lo menos, me intranquiliza porque está comenzando a dominarme y a hacerme depender de ello, porque estoy acumulando, amontonando y dependiendo de ello.
Los bienes, las cosas materiales, nos son culpables de nada. Tienen la bondad de toda la creación. Son capaces de ser justas o injustas según la conciencia del ser humano que las destina en su condición o situación a un servicio o a otro. La bondad o maldad, el buen uso o el abuso, la justicia o la injusticia, la caridad o el oprobio de su uso, está en el corazón de la persona, que en esta acción se define con sus actitudes delante del Señor. Esto es lo que sucede al que acumula riquezas para sí, y no es rico a los ojos de Dios. Y esta es la clave de juicio: que lo que poseo me haga más persona y no me aparte de los demás ni de Dios.

El hecho de vida de los dos hermanos peleándose por la herencia, uno pidiendo a Jesús que intervenga, y el otro, al parecer, negándose a esta partición de la herencia, o la parábola del hombre que ha logrado una gran cosecha y no sabe donde recoger el grano y se siente seguro, intocable, casi como un dios, y pone en todo ello su toda su confianza y su vida, son el motivo para las valoraciones del Maestro frente a estas realidades humanas y sociales. Cuídense de toda avaricia, porque aun en medio de la abundancia, la vida de un hombre no está asegurada por sus riquezas. … Insensato, esta misma noche vas  a morir ¿Para quién será lo que has amontonado?.  Esto es lo que sucede al que acumula riquezas para sí, y no es rico a los ojos de Dios. Parecen juicos duros y tajantes pero certeros en lo referente a nuestra posesión, uso y destinación de los bienes, y la comunicación, comunión, que de ellos hacemos o la dependencia y esclavitud, y dominio sobre nosotros que ellos producen. Necesidades tenemos cada día. Seguridades materiales pretendemos tenerlas para estar tranquilos y a la larga nos intranquilizan más por el cuidado que exigen o por las cargas que nos imponen, llegando a apartarnos de los prójimos y a olvidarnos o negar al mismo Dios. Las riquezas no son seguras ni seguridades. Lo valioso soy yo y la valoración y el uso que de ellas hago. ¡Que sea Ud. el señor de lo que posee y que el Señor, el Maestro Jesús,  no lo llame un día insensato, necio o injusto. Saludos.



P. Esteban Merino Gómez, sdb.